lunes, 6 de julio de 2015

El uso de los niveles cognitivos de Claudia Allen en la población adicta.

El uso de los niveles cognitivos de Claudia Allen en la población adicta.


Octubre  2014
Autor: Jorge Valverdi

Doctor en Salud Mental y Adicciones. USA.
Magíster en Salud Mental y Adicciones. USA.
Lic. en Terapia Ocupacional en la Dirección General de Auditoría Médica del Ministerio de Salud. Santa Fe – Republica Argentina.
Integrante del equipo terapéutico para la atención de personas con adicciones de la Red de Clínicas Crecer. Santa Fe – Republica Argentina.
Director técnico centro de rehabilitación psicosocial “UN PROYECTO DE VIDA”- Santa Fe – Republica Argentina.


                                                                                                           


Introducción

En la presente publicación se pretende asociar los niveles cognitivos de Claudia Allen con el paciente adicto, en tanto sea comprendida desde el punto de vista de la evaluación cognitiva y como las adicciones ocasionan ciertos deterioros cognitivos que restringen la capacidad para procesar la información del medio ambiente.

Por lo que se consignaran una serie de estudios realizados en relación al modelo de Allen, para afirmar el porque de su utilización, y porque la validación y confiabilidad permiten extrapolar ciertos resultados a otras investigaciones que se intenten hacer en el futuro.

Para poder comprender aun más este trabajo, se aclara que no es fácil intentar remontar desde siglos atrás la historia del consumo, debido a que no alcanzarían 20 páginas para poder explicar porque los individuos usarán y usan determinadas sustancias para su bienestar personal o para satisfacer el placer inmediato que esto genera en determinadas situaciones. No obstante, si es menos complejo explicar porque existen diferentes razones para que los individuos recurran al consumo de sustancias que alteran los aspectos cognitivos y hasta el comportamiento.

Por referencias bibliográficas se sabe que algunas sociedades lo hacían por razones religiosas, medicinales, recreativas, simplemente por cuestiones existenciales y hasta científicas. En las épocas de antaño, la nobleza y hasta sus súbditos hacían uso de sustancias alucinógenas para poder desencadenar incontenibles fantasías sexuales, aunque no escapa que también los poetas, pintores, escritores, estimularon su imaginación creativa con intencionada inmersión en los placeres. Es por eso que a veces se vincula el arte, aunque con cierta susceptibilidad a sustancias que le permitan estimular su creatividad.

En la actualidad hubo famosos artistas que comprendieron que las drogas no llevan a ningún camino artístico y mucho menos a la genialidad, por lo que se considera que este acto de consumo, no es más que una forma de ser aceptado socialmente o de querer adquirir relevancia para algunas de sus creaciones.
Los niveles cognitivos

El test de los niveles cognitivos de Claudia Allen consiste en varias herramientas para evaluar la atención, resolver problemas, y aprender de aquellas personas que presenten déficits en el procesamiento de la información debido a un problema ocasionado en el cerebro, dando por resultado algunas restricciones cognitivas.

El modelo de discapacidad cognitiva tuvo sus comienzos en el “Eastern Pensilvania Psychiatric Institute” a finales de 1960, cuando Claudia K. Allen y otros compañeros, observaron por primera vez los patrones de desempeño con dificultades en pacientes adultos con patologías mentales. La evaluación consistía en una pieza de cuero con un cordón o tiento, el que actualmente se conoce como el Allen Cognitive Level Test (ACLS), fue desarrollada para proporcionar una medida rápida para aprender de las capacidades cognitivas del individuo. Los “niveles cognitivos”, consistieron en seis niveles que miden una serie continua de lo que es clínicamente observable y las diferencias cualitativas en la capacidad para realizar actividades funcionales.

El trabajo sobre los niveles fue continuado por Claudia y otros en el hospital de Johns Hopkins en Baltimore y posteriormente en el centro médico de LACUSC en Los Ángeles. En 1978 fue desarrollado un procedimiento estandardizado para administrar el ACLS (tesis de Moore) siguiendo luego varios estudios, estableciendo el interrater de confiabilidad y  correlaciones entre el ACLS y otras pruebas psicológicas, incluyendo el diseño de wais, la escala breve de grado psiquiátric y las escalas del instituto de Shipley.

Otros estudios examinaron la relación del nivel cognitivo, según lo medido por el ACLS, a diversos desórdenes psiquiátricos, y en poblaciones sin patologías psiquiátricas. Las directivas estandardizadas para el ACLS primero fueron publicadas en 1985, pero  posteriormente se hicieron revisiones en 1988, 1990, 1996, y en el 2000.

El kit del ACLS ha estado disponible para la venta en todo el mundo en la pagina Web S&S desde 1990[1], pero además del ACLS, también existe una versión mas grande del ACLS, el Cognitive Level Test Large de Allen (LACLS), fue desarrollado para compensar las debilitaciones de la visión encontradas comúnmente en poblaciones geriátricas.

Los “niveles cognitivos” fueron ampliados a 26 modos de funcionamiento para permitir una medición más sensible de las mejoras funcionales clínico significativas (Occupational therapy treatment goals for the physically and cognitively disabled - 1992). En este texto, fue articulado primero un marco de referencia para la teoría clínica y fue incluida luego  una segunda versión del Inventario de las Tareas de Rutina (RTI II).

El RTI II analiza las actividades comunes de la vida diaria mediante modos, previstas para verificar las metas iniciales del tratamiento el que es compatible con el ACLS. Dentro de este texto, Theressa Burns y otros colaboradores introdujeron el Cognitive Perfomance Test (CPT). En el año  1985, el CPT se utilizó para evaluar el funcionamiento de seis tareas estandardizadas de la vida diaria para identificar capacidades cognitivas globales en personas con demencia. Los estudios posteriores de la investigación han demostrado la eficacia de este instrumento, el que mide el riesgo a largo plazo y predice la institucionalización en poblaciones con demencia progresiva.

El módulo de diagnóstico de Allen (ADM) de Earhart, Allen, y Blue, (1993)[2], es una colección de 26 tareas estandardizadas de arte, fue desarrollado para verificar las cuentas iniciales de ACLS en personas con déficits globales leves a moderadas (modos 3.0 - 5.8.) fue ampliado luego para incluir 35 tareas en el 2004, el ADM tiene la ventaja de usar la memoria de trabajo para el nuevo aprendizaje, evitando así las tareas procesales de la memoria que pueden aumentar el puntaje del desempeño.

El kit sensorial de estímulo motor I y II de Blue (1995)[3] fueron diseñados para determinar y para tratar a las personas que presenten un deterioro severo (modos 1.0 - 3.2) encontrando con frecuencia estos en áreas geriátricas y en practicas de rehabilitación. La escala de Allen es utilizada actualmente por terapeutas a través de una amplia gama de áreas de práctica, incluyendo la salud mental, la psiquiatría forense, rehabilitación, y cuidado geriátrico.
El uso específico varía cuando se debe resolver el problema y se deben solucionar ajustes en cuidados agudos, las capacidades funcionales cambian, se determinan y se supervisan para incorporar mejoras. En condiciones post-agudas o estables, la escala de Allen proporciona un análisis de la actividad para identificar los requisitos cognitivos y motoras de las actividades significativas que la persona desea hacer, conduciendo a las metas del tratamiento para nivelar las capacidades actuales.

Los métodos para enseñar o entrenar en habilidades compensatorias o nuevas están relacionados con el modo de desempeño en condiciones de deterioro, los terapeutas pueden recomendar actividades significativas que los ayuden a mantener sus capacidades, proteger la seguridad de la persona, y reducir la carga para su cuidado. Entender las capacidades restantes, permite darle además un cierto optimismo realista para lograr el éxito en vida de la comunidad.

La red cognitiva de Allen alienta a los terapeutas para que colaboren e intercambien información entre los profesionales, educadores, estudiantes, y pacientes en la búsqueda continua para que entiendan la naturaleza de las capacidades y de las discapacidades funcionales.



Resumen de las investigaciones del ACLS

A continuación se describen investigaciones acerca de la cognición y de la ocupación consignadas en el libroCognition and Occupation in Rehabilitation”, corregido por Naomi Katz, publicado por AOTA en 1998. El capítulo del cual se extrae, esta directamente relacionado con  las “discapacidades cognitivas y cómo hacer juicios clínicos”. Gran parte de los trabajos se han hecho para mejorar la credibilidad de los componentes de la batería de Allen, la mayoría de los estudios fueron realizados en varias versiones de las herramientas de investigación del ACLS (Allen Cognitive Level Test) y del LACLS (Allen Cognitive Level Test Large). La mayor parte de los estudios cuantitativos han utilizado correlaciones para establecer el rigor de la asociación entre estas mediciones.


Si bien estas instigaciones fueron hechas hace más de 40 años aun están en vigencia, fundamentalmente porque fueron las primeras bases teóricas que sustentaron la credibilidad de las evaluaciones de Allen.

A continuación se describen algunos estudios realizados por distintos autores.

La correlación más firme se describe como r = + o - 1.0, para mayor fiabilidad, el número de r debe ser superior a + o .8,  para la validez, el r es generalmente más bajo, entre .3 y .7. Un p minúscula representa la significación estadística, con el mínimo acostumbrado en .05, lo que significa que el resultado no es correcto 5 de cada 100 veces. Los números más bajos de p son mejores, reduciendo el número de resultados incorrectos. N es el número en la muestra; un aumento más grande del Ns da más confiabilidad en el estudio.

Según Moore (1978)[4] La confiabilidad del Interrater ha sido siempre alta. Los seis niveles cognitivos originales fueron utilizados en los primeros estudios que encontraron confiabilidad casi perfecta del interrater (r = .99, n = 32, gama de niveles 2-6). En aquel momento el ACLS fue utilizado para colocar a pacientes en un grupo que niveló su puntaje; la validez predictiva fue de r = .76, N = 23.

Newman (1987)[5] examinó la versión siguiente del ACLS y encontró un porcentaje de acuerdo a dos raters de 95.2% (N= 21). La fiabilidad del test-retest para la muestra de Newman en pacientes esquizofrénicos crónicos fue de r = .75 (N = 22, p.<.01). Partida observo la confiabilidad del interrater del ACLS grande y pequeño con una muestra pequeña y dos raters, en búsqueda de una confiabilidad perfecta (N = 4, r = 1.0, p = 0.0).

Howell (1993)[6] encontró confiabilidad similar del interrater con la versión más reciente del ACLS pequeño (r = .91, p.<.0001, N = 20). En tanto ocho raters preparados por Penny, Messer, y North (1995)[7] alcanzaron un impresionante r = .98. El primer paso para establecer el uso creíble de la batería de Allen, es estar seguro de que la calificación de la herramienta de detección es exacta. Estos estudios sugieren que los terapeutas y sus estudiantes deben ser capaces de establecer confiabilidad exacta en el interrater.

Kehrberg (1992)[8] informó correlaciones significativas entre la pieza de cuero grande y la pequeña, con asociaciones más altas en la población con demencia senil (r = .95, p<.001) que en la población control (r = .58, P < .001). En la población de pacientes con deterioro, se observó que cuando la prueba fue hecha por género masculino/femenino y por orden de test la misma fue controlada. Con respecto a la pieza de cuero grande y la pequeña, tanto la población con demencia como la de control que estuvieron por sobre la edad de 75 años, no estuvieron  por debajo del rango de 75.

La validez es el grado en el cual una prueba dice lo que dice que mide, en este caso los procesos cognitivos, capacidad global para funcionar y la severidad de una incapacidad. El ACLS ha sido correlacionado con instrumentos conocidos de uso general con una variedad de categorías de diagnóstico, para comprobar la validez de la misma. La medida cognitiva más ampliamente utilizada es el Wechlser Adult Intelligence Scale (WAIS), que con frecuencia se menciona como funcionamiento verbal y escala de inteligencia completa. Katz (1979)[9] encontró una correlación moderada entre el subtest de rendimiento entre el diseño con bloque o cubos del WAIS y el ACLS (r = .45, p, .001), Mayer (1988)[10] utilizó todos los subtests del WAIS para clarificar el tipo de tratamiento de la información relacionada con la adaptación. Las correlaciones más firmes estaban entre el ACLS y el diseño de bloque o cubos y el ensamblaje de objetos (r = .729, p< .0001).

El IQ Performance también demostró una alta correlación con el ACLS (r = .55, p < .0003). El uso de la aclaración del WAIS era dividir la prueba en capacidades cristalizadas y fluidas. Las capacidades fluidas “Incluyen la capacidad de procesamiento de la información tales como la atención, percepción, flexibilidad, y la resolución de problemas. Las capacidades cristalizadas dependen de la formación previa, la educación, y la cultura por ejemplo, el lenguaje (Mayer, 1988, P. 176).

Las correlaciones con las capacidades fluidas dieron crédito a la noción de que un patrón de desempeño para adaptarse a un ambiente cambiante esta probándose. No se encontró ninguna correlación significativa con el vocabulario, aritmética o el acabado de una imagen, que son parte de la inteligencia cristalizada, influenciada por la base cultural.

Esto ha sido apoyado más a fondo por una falta de correlaciones significativas con la edad, el sexo, la educación, la ocupación, la historia del trabajo, o el estado socioeconómico en varias poblaciones con discapacidad. Mientras que estos factores demográficos influencian la inteligencia en poblaciones normales, las ventajas de las experiencias culturales no superan dificultades en el proceso de la información necesaria para la planificación y resolución de problemas con la nueva información (Alsberg, 1987[11], Averbuch y Katz, 1988[12], Breeding, 1993[13], Camp y Peterson, 1987[14], David y Riley, 1990[15], Gokey, 1986[16], Heinmann, Allen, y Yerxa, 1989[17], Herzig, 1978[18], Heying, 1983[19], Howell, 1993[20], Josman y Katz, 1991[21], Kaeser, 1992[22], Katz, 1979[23], Katz, Josman, y Steinmetz, 1988[24], Mayer, 1988, Moore, 1983. Newman, 1987[25], Partida, 1993[26], Penny, Musser, y North, 1995[27], Richards, 1983[28], Shapiro, 1992[29], Skinner, Denton, & Levy, 1989[30], Williams, 1981[31], Wilson, Allen, McCormack, y Burton, 1989[32]).

Shapiro (1992) encontró que el ACLS no se correlacionó con el Memory Perceptual Task (PMT), pero sorprendentemente si se correlacionó con el Visual Motor Integration (VMI), requiriendo un análisis más profundo de los procesos mentales subyacentes.

La entrada del PMT es similar al diseño de bloque del Wais, usando bloques y diseños coloreados cada vez más complejos impresos en tarjetas. En relación al PMT, a los pacientes se les da las tarjetas por el término de 10 segundos para que las mire y luego estos diseños son retirados para comparar o para reconocer un patrón, los pacientes deben almacenar una imagen mental del diseño presentado. Contrariamente a esto, tanto la formación y el almacenaje de las imágenes no son requeridas para el ACLS, dado que este en un cordón de cuero con una pieza de cuero, que deben insertar en cada agujero o perforación, de acuerdo a cada puntada que el terapeuta presenta. 

Con respecto al VMI, a los pacientes también se les da patrones geométricos para que copien. El estudio de Shapiro sugiere una necesidad de mirar más allá de las señales visuales y auditivas y considerar los procesos mentales subyacentes que se aplican a las señales.

La relación entre el ACLS y la destreza para su uso con las manos ha sido investigada usando el Purdue Pegboard, no hallando una correlación significativa según lo que se esperaba. En una muestra de pacientes que presentan depresión, el tiempo para que terminen de usar el ACLS fue utilizado para impedir el éxito del efecto techo sobre el ACLS, esto ha sido un problema con otros estudios relacionados con la depresión (Carmel, Katz, y Modai, 1996), debido a que el problema principal es la lentitud, o pérdida de energía, es necesario medir el tiempo del ACLS ya puede proporcionar datos objetivos.

La relación entre el ACLS y las capacidades verbales también ha sido estudiada. David y Riley (1990) encontraron correlaciones moderadas entre el ACLS y el Shipley Institute of Life Scale, consiste es una prueba de papel y lápiz para las personas que eligen sinónimos, y para las respuestas al escribir una secuencia de términos. Con una N de 57, las correlaciones moderadas fueron encontradas con vocabulario r = .25, p, .02; abstracción, r =.35, p, .001, e índice de inteligencia r = .31, p, .005. No obstante esto, se encontró una correlación más firme con el Modalities Digit Symbol Test, que mide el tiempo de la traducción de las respuestas escritas y de las formas geométricas. (r = .52, p< .001), diferenciando que el ACLS se relaciona más con aprender acerca de las tareas perceptivas motoras, que abstraer el razonamiento y las capacidades verbales.

Una moderada correlación similar fue encontrada entre el ACLS y la Social Interaction Test (SIT) (penique, Musser, y North, 1995). El total de la correlación era r = -.32, p<.01; no verbal r = -.27, p, .03; la conversación r = -.32, p<.01, y calidad de la voz que no fue significativa r = -.16. Una baja puntuación del ACLS fue asociada con la reducción de las capacidades sociales. Las escalas van en direcciones opuestas ya que explican las correlaciones negativas esperadas, mientras que hay una relación entre qué es lo que la gente dice y lo que la gente hace, esta relación es moderada.

En un esfuerzo por examinar las capacidades cognitivas que surgen a partir del período de Piaget acerca de las operaciones concretas, en donde la Clasificación del Objeto de Riska (ROC) fue desarrollada con confiabilidad del interrater en r - .83, P < .01. La parte estructurada de esta prueba requería un gran salto en las capacidades cognitivas sin producir correlaciones significativas. La parte espontánea ha sido más productiva, con una asociación significativa con el ACLS, la educación, la ocupación, y la posición social en una población sin discapacidad (Williams, 1991).

Wilson también encontró una correlación significativa entre la parte espontánea del ROC,  el ACLS (r = .66, p<.001) y el Minimental State Examination en la  población con demencia senil (r= .90, p< .001). En un estudio de personas con depresión, se encontraron correlaciones significativas por Katz (1979) entre el ACLS (r = .42, p<.001) y la parte del diseño con bloques del Wais (r=.60, p<.0001).

Los resultados de los primeros estudios con el ROC fueron desiguales, sugiriendo que el continuo desarrollo necesitaba ser sustituido por otra manera de organizar nuestra comprensión de las capacidades cognitivas. Katz comenzó entonces a trabajar en esto incluyendo una serie de preguntas para incluir en su clase de terapia ocupacional acerca de la batería de preguntas de Lowenstein (Katz, Josman, Steinmetz, 1988; Averbuch y Katz, 1988; Landsmann y Katz, 1988; Katz, et. al. 1988; Cerámic et. A. 1995). La explicación conveniente sobre retroceder a los niveles inferiores del desarrollo, en una secuencia tomada de niños sin discapacidad, no estaba funcionando con respecto a las diferencias acerca de lo que piensa la población con discapacidad y los niños y adultos sin discapacidad, por lo que es necesario hacer aplicaciones mas claras.

De estos estudios, fueron surgiendo algunas diferencias entre la visión psicológica de la inteligencia y la opinión de terapia ocupacional sobre esta función. Las pruebas psicológicas de la inteligencia tienden a incluir tareas sobre las palabras, conceptos, sobre el papel y lápiz, y aun cuando las señales visuales son utilizadas, ellas se deben procesar y almacenar de una manera secuencial, dentro de un período sincronizado.

Mientras las pruebas psicológicas tienen una fuerte tradición en favorecer la capacidad izquierda del hemisferio, el ACLS, las artes y las actividades de la vida diaria favorecen probablemente a las capacidades viso-espaciales del hemisferio derecho, en tanto hacen una actividad que se demuestran y se copian las señales viso-espaciales. Aprender una actividad puede ser instantánea o adquirida, pero se debe practicar previamente. Los procesos del hemisferio derecho disponen a la gente para la acción inmediata, conteniendo la espontaneidad que no es considerada en los procesos del hemisferio izquierdo. Las discusiones de Shapiro (1992) en relación a las diversas respuestas que Katz utilizó proporcionan la información necesaria sobre estas diferencias. Debido a que ambos hemisferios son importantes, por lo tanto se ha hecho un esfuerzo para incluir ambos tipos de capacidades en la descripción de los modos para proporcionar una visión global de la capacidad de funcionamiento (Allen, Earhart, y Blue, 1992).

La idea para que la escala mida la severidad de una incapacidad fue primero investigada con la Brief Psychiatric Rating Scale; la validez concurrente con el ACLS estaba cerca de r = .53 para la dmisión y r = .43 para el alta, Moore, (1983). En otra muestra con población esquizofrénica, y Newman (1987) encontró una correlación con la Global Assessment Scale (r = .46, p, .01, N = 34). Las diferencias entre las poblaciones esquizofrénicas, depresivos y poblaciones control fueron encontradas en California y extendidas a Israel, Williams, (1981), Katz, (1979), Katz y Heinmann, (1990).

 

Heyings (1985) ampliaron la investigación del ACLS a poblaciones con demencia senil, encontrando una correlación con el Minimental State examination (R. = .66, p< .001, N = 33). Los resultados fueron extendidos por Wilson (1985) con una N de 20 y r = .59. La prueba del funcionamiento cognitivo se ha utilizado para predecir la institucionalización de pacientes con funcionamiento bajo, para minimizar y mantener la declinación funcional y la muerte en personas con demencia senil (Burns, 1992).


Por otro lado en una franja etaria, en una escuela de Nueva York se hizo un estudio con jóvenes perturbados emocionalmente, demostrando una cierta disminución en la capacidad para hacer la actividad del ACLS, es decir la actividad que se realiza con la pieza y el cordón de cuero (N = 24). Fue encontrada una correlación moderada con la Developmental Test for Visuomotor Impairment (r = .44, p < .04) en un diseño de prueba para preservar el aprendizaje en niños con disminuciones neurológicas e inhabilidades cognitivas, Shapiro (1992).

Breeding (1993), encontró una diferencia entre los grupos de misma edad en un estudio de de niños sin discapacidad con edades entre los 6 a 9, todos ellos de una escuela donde los padres tienen un alto nivel socioeconómico (N = 84). El ACLS se ha utilizado para distinguir entre los adolescentes, mayores  12 a 18, con desórdenes psiquiátricos (N = 94) y pacientes controles (N = 29), parejos en edad, sexo, educación y lugar de residencia (Katz, Josman, y Steinmetz, 1988; Josman y Katz, 1991).

En los adultos sin discapacidad de edades entres 18 a 65 años, Williams (1981) encontró una correlación positiva entre el ACLS y la posición social basada en la educación, el aspecto social y la ocupación según lo determinado por Hollinghead’s Two-Factor Index of Social Position. Los factores culturales influyen sobre la capacidad cognitiva en la población sin discapacidad, pero no han tenido un impacto en las puntuaciones en la población con discapacidad. Los niveles cognitivos se correlacionan con medidas bien conocidas de la gravedad de una variedad de trastornos mentales.

La relación entre las actividades que los terapeutas utilizan típicamente en la práctica y en el ACLS también fue examinada. Newman (1989) encontró una correlación (r = .63, p, .01 con el Task Oriented Assessment orientado al Bay Area Assessment of Functional Performance.

El estudio de actividades de la vida diaria fue comenzado por Heying (1983) al encontrar una alta correlación (r = 82, p< .001) entre la Escala Física y de Automantenimiento y las Actividades instrumentales de la escala diaria presentada por Lawton y Brody (1969). Estas últimas fueron modificadas y convertidas en una medida cuantitativa por Heimann (1985), bajo la forma de inventario rutinario de la tarea (RTI).
Heimann estudió a pacientes psiquiátricos ambulatorios, encontrando una correlación entre el ACLS y el RTI con un total de r = .64, p< .001 (Heimann, Allen, y Yerxa, 1989). La confiabilidad del test-retest del RTI fue establecido en el r= .999, p<. 0001 y la confiabilidad del interrater fueron establecidos en r = .99, p, .001 (Heimann, 1995).

Wilson (1985) describió una muestra basada en una población con demencia senil, encontrando una correlación entre el ACLS y el RTI similar a Heimann en r = .56, p<. 01 (Wilson, Allen, McCormack, y Burton, 1989).

Gokey (1987) encontró una moderada correlación entre el ACLS y el RTI (r = .44, p < .006), dándole fuerza a la correlación entre el ACLS y las actividades de la vida diaria, siendo dada por una investigación profundizada por Gokey (1987), Heinmann (1985), y Wilson (1985), llegando a sugerir que la actividad de comer es un índice más bajo que el resto de las actividades. Gokey (1987) encontró que el RTI tenía una correlación más fuerte con el trabajo con el ACLS e hizo en una muestra con pacientes esquizofrénicos, comparando las correlaciones del RTI con el ACLS y la clasificación de habilidades, comenzando entonces a emerger una distinción entre y las capacidades motoras y verbales. (Heimann, 1985; Wilson, 1985; Gokey (1987).
Los problemas de seguridad implícitas en el RTI recibieron su primera investigación explícita por Alsberg (1987) que encontraba una asociación entre el ACLS y los errores cometidos al hacer una actividad de cocina preparando macarrones con queso, en una muestra de funcionamiento del ACLS en niveles 4 y 5.

Burns (1992) traslado 6 tareas del RTI a una tarea de desempeño cognitivo, encontrando una correlación con el Mini-Mental Status Exam (r= .67, N = 77) con el CPT a las  4 semanas, donde la confiabilidad del interrater fue r = .91 (N = 18) y el test-retest fue r = .89 (N = 36). La fuerza de las correlaciones de la validez no fue ideal, sugiriendo que la experiencia previa, la motivación, las situaciones sociales y los procesos mentales subyacentes pueden tener influencias importantes en las actividades de la vida diaria.

La investigación de las actividades del arte fue iniciada por Kaeser (1992)[33], demostrando un  mejor desempeño cuando las actividades se adaptan al nivel cognitivo. La muestra fue en pacientes mayores con demencia, haciendo tareas con azulejos sujetos al nivel cognitivo 3, observando que tuvieron un mejor desempeño al realizar mejor estas actividades que un nivel cognitivo 4 (F (1.14) = 125, p<.001). Como se esperaba, hubo una diferencia entre aquellos que realizaron tareas en el nivel cognitivo 3 que el nivel 4.

La primera investigación controlada, relacionada con la eficacia del tratamiento se ha terminado en Israel con dos grupos de pacientes esquizofrénicos en cuidado post-agudo. El grupo de investigación (N = 11) recibió actividades de ADM que igualó su capacidad para funcionar, explorando hacia capacidades más altas. El grupo de control (N = 8) se encontraba en un taller protegido realizando tareas dadas según el trabajo propuesto. Ambos grupos demostraron una mejora significativa en el RTI (z = 2.80, p<.005 para la investigación; z = 2.52, p<, 01 para el control), pero el grupo de investigación demostró un aumento más alto. El grupo de investigación demostró una mejora significativa en el ACLS (z = 2.52. P< .01) pero no se observó una mejora significativa en el grupo de control (z = .13).

Mas allá de que el tamaño de la muestra fue muy pequeña, el estudio apoyó la idea acerca de que los aumentos mayores puedan llevarse a cabo cuando los métodos de tratamiento de los terapeutas nivelan las capacidades del paciente (Raweh, 1996)[34].

Estos estudios cuantitativos han formado a la comprensión del mecanismo psicológico que explica la capacidad para funcionar. La confianza en el uso de los niveles cognitivos para describir la gravedad de la discapacidad en las poblaciones más variadas ha sido mejorado.

En relación a lo que la persona puede, hará o podría hacer, ha sido aumentado porque esta puede explicar solamente un porcentaje limitado de la variación, es decir que lo que puede hacer se basa en factores biológicos y es el aspecto de la función de la persona lo que se mide, en tanto lo que la persona hará, está influenciado por los factores psicológicos, como la motivación, los temores, o significado de la actividad por realizar, mientras que lo que la persona podría, es un reflejo de cuanto apoyo recibe de sus sistemas sociales, como por ejemplo la familia, los amigos y la comunidad. Con respecto a las poblaciones con discapacidad, la conclusión es que la base cultural, según lo estudiado con las variables demográficas, no compensa la severidad de una discapacidad cognitiva.

Allen, describe algunas premisas para con respecto a esta población de personas con discapacidad cognitiva:

La gravedad de un trastorno mental puede juzgarse por las consecuencias que tiene sobre la capacidad de una persona para pensar, hacer y aprender.

Los trastornos mentales leves suelen compensarse aprendiendo sustitutos psicológicos para los procesos mentales normales.

Los trastornos mentales graves pueden compensarse aportando sustitutos ambientales a los procesos mentales normales e identificando los procesos normales que se puede usar todavía.

Las capacidades mentales restantes pueden encausarse para efectuar actividades realistas que sean significativas, práctica para quien se ocupa de sus cuidados y de ser sostenibles en el tiempo.

Cuando los pacientes no pueden aprender a usar eficazmente las compensaciones psicológicas, las compensaciones ambientales pueden mejorar su calidad de vida y las de sus familiares.

Según Allen (1999), las estructuras mentales similares predicen un desempeño similar, donde el terapeuta identifica las estructuras mentales subyacentes de una actividad dada para predecir un desempeño análogo en otras actividades, esta autora definió las estructuras mentales subyacentes como: “los componentes mentales usados para organizar los procesos del pensamiento y aprendizaje”, destaco además que el desempeño eficaz de una actividad se produce cuando estas estructuras mentales están disponibles para la persona y son compatibles con las demandas de la actividad.

Como se explica en la revisión de las investigaciones descriptas en los párrafos anteriores, hay razones para poder seguir investigando acerca de los procesos mentales y de este modo poder hacer aportes para con esta teoría. Es por esta razón que es necesario entender de que se trata y como se aplican las herramientas de evaluación, para saber cómo hacer juicios o valoraciones clínicas y en función a esto elaborar un plan de tratamiento.

Si bien la medida cognitiva más ampliamente utilizada es el Wechlser Adult Intelligence Scale (WAIS), existen otras que también que pueden explicar sobre una discapacidad cognitiva, que en este caso es el ACLS, a pesar de que el WAIS da cuenta de las capacidades fluidas que incluyen sobre la capacidad de procesamiento de la información tales como la atención, percepción, flexibilidad, y la resolución de problemas, las capacidades cristalizadas por otra parte dependen de la formación previa, la educación, y la cultura por ejemplo el lenguaje, que coinciden con los conceptos de Allen.

No obstante esto creemos que de igual modo ocurre con la población de personas adictas, es decir que tanto la edad, el sexo, la educación, la ocupación, la historia del trabajo, el estado socioeconómico, como los factores demográficos pueden influir en la inteligencia, no pudiendo comprender algunas de las herramientas de evaluación de Allen, al no haber sido estandarizadas a poblaciones latinoamericanas como hispanoamericanas, es por eso que las ventajas de las experiencias culturales en ocasiones no superan dificultades en el proceso de la información necesaria para la planificación y resolución de problemas con la nueva información que le brinda el terapeuta, cuando trata de explicarle como hacer actividades de arte por ejemplo algunas de las que se propone en el Modulo de Diagnostico de Allen.

A pesar de que el ACLS es un simple cordón de cuero con una pieza de cuero, donde deben insertar en cada agujero o perforación que esta presenta de acuerdo a cada puntada que el terapeuta muestra, existe una cierta dificultad en esta población para poder llevarla a cabo, dada su condición psicopatológica, si tenemos en cuenta que en algunas oportunidades los pacientes adictos ingresan con un cierto grado de descompensación cognitiva producto del consumo.

¿Qué es la adicción?

Podemos definir a la adicción como un estado de dependencia de una droga, según la Organización Mundial de la Salud (OMS)[35], droga es “toda sustancia que introducida en el organismo por cualquier vía de administración produce una alteración de algún modo, del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y es, además susceptible de crear dependencia ya sea psicológica, física o ambas”. Cuando decimos que son sustancias, excluimos a otros tipos de adiciones como por ejemplo las ludopatías, entendiendo a estas como el uso excesivo de los vídeos juegos, permanencia en el casino, juego compulsivo por internet, juego compulsivo por internet con el uso de tarjetas de créditos, entre otros juegos. Estas conductas de dependencias no se establecen como una sustancia o droga.

Algunos autores consideran a la adicción como un problema social y cultural, y no tanto de la persona como sujeto conciente de su uso, es por eso que intentamos darle a las sustancias una clasificación desde una óptica social de la siguiente forma[36]: a) las que son socialmente aceptadas, cuyo uso de las sustancias han sido aceptadas socialmente tales como el café, té, mate, chocolate, algunas bebidas gaseosas, tabaco, alcohol; b) Ilegales: algunos autores y especialistas destacan que cuando alguien dice “drogas” se refiere a este grupo; Marihuana, cocaína, heroína, lsd, hachís, éxtasis, cucumelo; c) Otros tipos de productos: generalmente son utilizados por personas con bajos ingresos económicos, su mal utilización y su gran adherencia hace que delincan con mas frecuencia, dado su baja persistencia como alucinógeno, a pesar de que son productos que han sido fabricados para un fin, estos son utilizados para otros, que precisamente no son para nada saludables, como por ejemplo: pegamento, solventes, entre otros.

Factores  determinantes vinculados con el consumo de las drogas

Los individuos dotados de razonamiento, naturalmente tienden a ser independientes, es por eso que los diversos aspectos que constituyen su personalidad con sus rasgos biológicos y hereditarios y sus rasgos psicosociales tales como ignorancia, curiosidad, soledad, inconformismo, evasividad, desesperanza o hedonismo; rasgos  psicológicos como la angustia, labilidad afectiva, inmadurez, inseguridad; y psicopatológicos como los estados depresivos o psicosis, pueden favorecer la demanda de drogas [37].

Debemos considerar además que el ambiente favorece el consumo de drogas, dado que las crisis socio-familiares, la marginación, moda, desilusión, el aislamiento, la exclusión social, la crisis de valores, entre otros; estimulan el aumento de la oferta como de la demanda de drogas, en una sociedad donde encontramos sobreproducción, industrialización, puntos de venta con poco control, transporte fácil, rápido y económico,  movilidad geográfica de las personas, publicidad y otros métodos de promoción y carácter altamente lucrativo de la venta que hacen que el consumo de drogas se vea excesivamente favorecido.

La capacidad que tienen las drogas para inducir un estado psicológicamente vivido como placentero (“psicoactividad”), es lo que hace principalmente que el individuo desee repetir la experiencia del consumo. Entre estos estados que busca y que vive placenteramente el individuo se destacan: la eliminación de sensaciones dolorosas, la euforia y los cambios en la percepción de la realidad. De igual modo son tan importantes los condicionantes sociales tales como: el ingreso a un grupo, el estatus social adquirido por el consumo, rito de iniciación, signo de adultez, entre otras condiciones.

Es importante aclarar que la repetición en el consumo de las sustancias genera la aparición de los efectos denominados “de estado”, donde convergen de forma importante aspectos psicosociales y neurofisiológicos. Entre estos efectos “de estado” destacan la “tolerancia y la dependencia”.

El proceso de consumo/no consumo de las diferentes drogas que hay en existencia, depende de las características de estos tres elementos expuestos anteriormente que agrupan una variedad de factores cuya presencia o ausencia incrementan la posibilidad de desarrollar el consumo de drogas, estas se denominan factores de riesgo y constituyen los elementos básicos del origen del consumo de drogas.  

Características cognitivas típicas de individuos consumidores de sustancias

Como se describió anteriormente los pacientes adictos presentan características que son compartidas por una franja de la población psiquiátrica, como por ejemplo la falta de consciencia dado que no reconocen, o son incapaces para considerar que sus acciones afectan a los demás o contrariamente a esto la conducta de otros los afectan a ellos mismos. Muestran además, una falta de habilidad para pensar en las consecuencias de sus actos, frecuentemente ignoran estas actitudes bloqueando su pensamiento distrayéndose mediante la obsesión y compulsión por las drogas.
Otras de las características propias de estos pacientes son la falta de juicio, ejerciendo de manera equivocada sus facultades de juicio para la resolución de problemas (evadiéndolos), incapacidad para la toma de decisiones, y la evaluación de las consecuencias. Estas dificultades parecen estar relacionadas con un pobre control de impulsos y una incapacidad para retrasar la gratificación, impidiendo todo esto el desarrollo de las habilidades de juicio y su ejercicio.

Sin dejar de mencionar que la falta de introspección, impide la auto-apreciación para entender la vinculación entre lo que ellos experimentan (sentimientos, auto-percepciones y acciones) y las razones, influencias o determinaciones de su experiencia. Una dificultad de introspección específica es su falta de autoestima acerca de la relación entre sus pensamientos y acciones relacionadas con la droga, y las emociones y circunstancias varias que sirven como detonantes para estos pensamientos o acciones.

La pobre evaluación de la realidad es quizás una de las mayores dificultades por las que atraviesan estos pacientes, ya que no pueden verse a si mismos, ni ver a los demás o a las circunstancias que los rodean como verdaderamente son, porque no pueden o no quieren  afrontar los problemas de la vida diaria y tienden a evitarlos o escapar de ellos mediante su pensamiento o conducta. Presentando dificultades a la hora de realizar distinciones entre sus sentimientos y los hechos verdaderos, y entre sus deseos y necesidades.

En este sentido, también los pacientes frecuentemente no poseen las habilidades cognitivas, educativas o laborales para obtener beneficios económicos o negociar de forma efectiva en el sistema social, además carecen de hábitos conductuales básicos y actitudes asociadas a su inserción en el mercado laboral. Para otros con habilidades vocacionales y educativas, el potencial social general para obtener metas materiales está relacionado por su implicación en el mundo de la droga.

En la última década algunos autores han documentado diferentes alteraciones cognitivas y deficits neuropsicológicos asociados al uso crónico de alcohol y drogas[38],[39]. Detectando que en usuarios de cocaína el consumo produce un cierto efecto sobre la atención y funciones ejecutivas como la toma de decisiones y la flexibilidad mental[40], asociado a esto también hay un peor rendimiento en aquellas tareas relacionadas con el procesamiento de la información e inhibición de respuestas[41]. Mientras que en aquellos abusadores de distintas sustancias se ha sugerido una relación entre la gravedad del consumo y el rendimiento en pruebas de función ejecutiva[42], y se han encontrado tasas más altas de impulsividad y mayores dificultades en la toma de decisiones en usuarios de sustancias en comparación con personas no usuarias[43]

A pesar de que hace tiempo que se piensa que los deficits cognitivos y neuropsicológicos afectan a los resultados del tratamiento de la adicción, no se ha establecido la evidencia empírica de una vinculación directa entre las diversas habilidades cognitivas y los resultados del tratamiento. Pero algunos estudios han encontrado que la impulsividad[44], y el rendimiento en pruebas de toma de decisiones[45], están firmemente vinculados con las tasas de abandono del tratamiento, y también que un peor funcionamiento cognitivo se asocia a peores tasas de retención[46]. En tanto otros autores han sugerido una cierta relación entre las capacidades cognitivas y los procesos y mecanismos de cambio, como la autoeficacia y el compromiso con la abstinencia[47], así como entre las capacidades cognitivas y la participación en un proceso de tratamiento de tipo cognitivo-conductual[48]

Como destacáramos en estos últimos párrafos acerca de la importancia de las evaluaciones de Allen, debemos decir que están pueden contrastarse con otras como el MOCA test, ambas pueden  ser utilizadas por otros profesionales como psicólogos, trabajadores sociales, operadores socio-terapéuticos, ya que tanto Allen como el MOCA test, son fácilmente aplicables. Debemos diferenciar que para lo que comprende las evaluaciones de Allen es necesario interpretar esta teoría, debido a que se deben cumplir con ciertos requisitos como por ejemplo saber diferenciar en qué nivel cognitivo se encuentra funcionando una persona, para poder determinar qué tipo de actividades se le proveerá.

Es por eso que los datos que se le suministra a los demás profesionales con respecto al nivel cognitivo en que se encuentra la persona, en vital para establecer que información pude procesar y de este modo que información se le puede proporcionar, si tenemos en cuenta que en algunos pacientes adictos dependiendo de factores como el grado de consumo, edad de inicio, cantidad de años de consumo, tipo de deterioro cognitivo, entre otros, las funciones ejecutivas se encuentran reducidas o disfuncionales, como por ejemplo la atención, concentración y memoria, por lo tanto lo que se le transmita debe ser concreto, sintético y de fácil entendimiento.

Ahora bien integrar un equipo terapéutico y que se pueda consensuar con los demás profesionales, no es tarea fácil para ninguno del equipo porque cada uno tiene una visión desde su propio punto de vista formativo y teórico. Seguramente cada uno tendrá sus observaciones desde su área profesional y el punto no es siempre el consenso sino que también lo es el no consenso, ya que otras visiones nos pueden enriquecer nuestra propia visión con respecto al paciente.

La estimulación cognitiva

Los trastornos cognitivos son frecuentes en pacientes adictos, viéndose afectada la capacidad para realizar las actividades cotidianas como a) alimentación (pierden de peso producto de que sus horarios de descanso se encuentran cambiados, durmiendo de día y saliendo de noche, hay hiperactividad y agitación psicomotriz); b) vestido (se los observa desalineados, mal vestidos y una gran despreocupación por esto); c) higiene (pasan días sin bañarse, afeitarse e incluso sin cepillarse los dientes).

Terapia ocupacional es una rama de la rehabilitación tanto física como mental que utiliza las actividades humanas para mejorar, mantener o recuperar la independencia en personas con alguna discapacidad, en este caso pacientes adictos, para mejorar su calidad de vida y promover una mejor integración a la comunidad, favoreciendo el desempeño de sus antiguos roles ocupacionales por nuevos roles en la sociedad.

Los terapeutas ocupacionales evalúan al paciente para conocer su nivel de independencia funcional en su hogar, en la sociedad y en su puesto de trabajo. Además evalúan el entorno familiar para detectar posibles conflictos no resueltos.  

La evaluación proporciona información al equipo transdisciplinario acerca del nivel de funcionalidad del paciente en su medio ambiente y sobre cuáles son los componentes (sensorio-motores, cognitivos, integración cognitiva, psicosocial y psicológico)[49] que interfieren en el normal desempeño del mismo.

La evaluación informa acerca de los factores que impiden el desempeño ocupacional, si estos déficits pueden corregirse en función a la capacidad de aprendizaje de la persona para lograr: a) determinar cuáles son las actividades que forman parte del estilo de vida del paciente; b) que tareas y sub-tareas son necesarias para desempeñar estas actividades; c) detectar que destrezas son las más adecuadas en los componentes de AVD básicas antes de evaluar el desempeño de las AVD complejas; d) que grado de deterioro cognitivo presenta al momento de su internación o evaluación.

Las personas con deterioro cognitivo, como el caso de ciertos pacientes adictos, requieren de estimulación constante dada las características de su patología, la cual en ocasiones produce déficit progresivos de las funciones cognitivas, físicas y alteraciones del comportamiento que repercuten en las actividades de la vida diaria.

Cuanto más se valora a una persona en un rol determinado y más se lo alienta, más convencido y más motivado estará para comprometerse a aprender las reglas, destrezas y hábitos requeridos para la competencia en el rol. Es por ello que en las primeras etapas del tratamiento se evalúa a la persona que desea participar en las actividades terapéuticas, para poder definir sus gustos y preferencias, y determinar de este modo con qué tipo de actividades se verá beneficiado.

Cuando se usa este marco de referencia previamente se debe hacer una entrevista para establecer un mejor vínculo, posteriormente se deben usar las evaluaciones de Allen, si el profesional detecta que el paciente obtiene igual o menor puntaje que el nivel 3, se debe usar el modulo de diagnostico (ADM) o inventario de las tares de rutina RTI- II, para verificar si el puntaje se corresponde, pero si cree que el puntaje es correcto, entonces puede usar utilizar el manual conociendo los modos de desempeño cognitivo, este es una guía fundamental para poder comprender el uso de ACLS, debido a que enumera las capacidades y provee un listado de pistas para el control de la seguridad de acuerdo al nivel cognitivo en el que se encuentre para guiarlo en la intervención. En cambio si no es posible determinar a partir de ACLS puede utilizarse el kit de estimulación sensorial, para determinar los niveles menores o iguales a 3.

Conclusión

El marco de referencia de Claudia Allen, es una teoría conformada por varias herramientas de evaluación que permite determinar en que nivel cognitivo funcionan las personas, además de sustentar sus teorías con investigaciones que afirman y miden la consistencia de la validez interna de estas.

Más allá de que esta teoría cuenta con más de 40 años de elaboración y trabajo con poblaciones que presentan discapacidad cognitiva, precisamente pacientes psiquiátricos, no escapa que además puede ser instrumentada en pacientes con trastornos adictivos, fundamentalmente porque el esquema de los trastornos psiquiátricos son compartidos por la desorganización de las rutinas, la ruptura del lazo familiar, en ocasiones persiste la depresión o el aislamiento, ideación delirantes, y falta de consciencia de la enfermedad, entre otros trastornos.

Es por eso que se enfatiza en el uso de estos instrumentos de medición en razón de la disfunción que presente, debido a que esto permite detectar el modo en que se desempeña una persona y su nivel cognitivo correspondiente, la cantidad de horas de cuidado que debería necesitar para desempeñarse en forma segura y adecuada, como así también evalúa rutinas, roles, necesidades ocupacionales, motivaciones, responsabilidades y hábitos. Cuando estos últimos se ven interrumpidos, es posible que las rutinas no estén presentes, observándose en este caso una disminución de los roles.

En este sentido, podemos entender a un paciente adicto en etapa de compensación en su contexto, cuando se aferra fuertemente a las rutinas establecidas, en el cual su vida está compuesta por responsabilidades sociales, laborales y familiares.

No obstante esto, cuando los pacientes adictos se encuentran descompensados las rutinas se ven afectadas debido a una perdida funcional o perdida del rol, pudiendo presentar serias dificultades. Destacando que las pérdidas de aquellos roles que controlan el ciclo vital de socialización, provocan una falta de motivación para desarrollar los papeles que aún se mantienen.

En consecuencia, los pacientes que desempeñan roles y rutinas basados en necesidades y objetivos, realizados con habilidades que aun siguen conservando, pueden necesitar la intervención de un terapeuta ocupacional para restaurar o mantener el significado y equilibrio[50]. Desde una visión holística el equilibrio debería entenderse como la capacidad biopsicosocial y ocupacional que tiene el individuo para hacer frente a situaciones adversas.


 
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1 comentario:

  1. Buenas tardes Doctor usted cree que se puede aplicar esta evaluación desde el área de Terapia Ocupacional a pacientes con insuficiencia arenal crónica?

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