El
uso de los niveles cognitivos de
Claudia Allen en la población adicta.
Octubre 2014
Autor:
Jorge Valverdi
Doctor en Salud Mental y Adicciones.
USA.
Magíster en Salud Mental
y Adicciones. USA.
Lic. en Terapia Ocupacional en la
Dirección General de Auditoría Médica del Ministerio de Salud. Santa
Fe – Republica Argentina.
Integrante
del equipo terapéutico para la atención de personas con adicciones de la Red de
Clínicas Crecer. Santa Fe – Republica Argentina.
Director técnico
centro de rehabilitación psicosocial “UN PROYECTO DE VIDA”- Santa Fe – Republica Argentina.
Introducción
En la presente publicación se pretende asociar los
niveles cognitivos de Claudia Allen con el paciente adicto, en tanto sea
comprendida desde el punto de vista de la evaluación cognitiva y como las
adicciones ocasionan ciertos deterioros cognitivos que restringen la capacidad
para procesar la información del medio ambiente.
Por lo que se consignaran una serie de estudios
realizados en relación al modelo de Allen, para afirmar el porque de su
utilización, y porque la validación y confiabilidad permiten extrapolar ciertos
resultados a otras investigaciones que se intenten hacer en el futuro.
Para poder comprender aun más este trabajo, se
aclara que no es fácil intentar remontar desde siglos atrás la historia del
consumo, debido a que no alcanzarían 20 páginas para poder explicar porque los
individuos usarán y usan determinadas sustancias para su bienestar personal o para
satisfacer el placer inmediato que esto genera en determinadas situaciones. No
obstante, si es menos complejo explicar porque existen diferentes razones para
que los individuos recurran al consumo de sustancias que alteran los aspectos
cognitivos y hasta el comportamiento.
Por referencias bibliográficas se sabe que algunas sociedades
lo hacían por razones religiosas, medicinales, recreativas, simplemente por
cuestiones existenciales y hasta científicas. En las épocas de antaño, la
nobleza y hasta sus súbditos hacían uso de sustancias alucinógenas para poder
desencadenar incontenibles fantasías sexuales, aunque no escapa que también los
poetas, pintores, escritores, estimularon su imaginación creativa con
intencionada inmersión en los placeres. Es por eso que a veces se vincula el
arte, aunque con cierta susceptibilidad a sustancias que le permitan estimular
su creatividad.
En la actualidad hubo famosos artistas que
comprendieron que las drogas no llevan a ningún camino artístico y mucho menos
a la genialidad, por lo que se considera que este acto de consumo, no es más
que una forma de ser aceptado socialmente o de querer adquirir relevancia para
algunas de sus creaciones.
Los niveles cognitivos
El
test de los niveles cognitivos de Claudia Allen consiste en varias herramientas
para evaluar la atención, resolver problemas, y aprender de aquellas personas que
presenten déficits en el procesamiento de la información debido a un problema
ocasionado en el cerebro, dando por resultado algunas restricciones cognitivas.
El
modelo de discapacidad cognitiva tuvo sus comienzos en el “Eastern Pensilvania
Psychiatric Institute” a finales de 1960, cuando Claudia K. Allen y otros
compañeros, observaron por primera vez los patrones de desempeño con
dificultades en pacientes adultos con patologías mentales. La evaluación consistía en una pieza de cuero
con un cordón o tiento, el que actualmente se conoce como el Allen Cognitive
Level Test (ACLS), fue desarrollada para proporcionar una medida rápida para
aprender de las capacidades cognitivas del individuo. Los “niveles cognitivos”,
consistieron en seis niveles que miden una serie continua de lo que es clínicamente
observable y las diferencias cualitativas en la capacidad para realizar
actividades funcionales.
El
trabajo sobre los niveles fue continuado por Claudia y otros en el hospital de
Johns Hopkins en Baltimore y posteriormente en el centro médico de LACUSC en
Los Ángeles. En 1978 fue desarrollado un procedimiento estandardizado para
administrar el ACLS (tesis de Moore) siguiendo luego varios estudios,
estableciendo el interrater de confiabilidad y
correlaciones entre el ACLS y otras pruebas psicológicas, incluyendo el
diseño de wais, la escala breve de grado psiquiátric y las escalas del
instituto de Shipley.
Otros
estudios examinaron la relación del nivel cognitivo, según lo medido por el
ACLS, a diversos desórdenes psiquiátricos, y en poblaciones sin patologías psiquiátricas.
Las directivas estandardizadas para el ACLS primero fueron publicadas en 1985,
pero posteriormente se hicieron revisiones
en 1988, 1990, 1996, y en el 2000.
El kit del ACLS ha estado disponible para la venta en todo
el mundo en la pagina Web S&S desde 1990[1],
pero además del ACLS, también existe una versión mas grande del ACLS, el Cognitive
Level Test Large de Allen (LACLS), fue desarrollado para compensar las
debilitaciones de la visión encontradas comúnmente en poblaciones geriátricas.
Los “niveles cognitivos” fueron ampliados a 26 modos de funcionamiento
para permitir una medición más sensible de las mejoras funcionales clínico
significativas (Occupational therapy
treatment goals for the physically and cognitively disabled - 1992). En
este texto, fue articulado primero un marco de referencia para la teoría
clínica y fue incluida luego una segunda
versión del Inventario de las Tareas de Rutina (RTI II).
El
RTI II analiza las actividades comunes de la vida diaria mediante modos, previstas
para verificar las metas iniciales del tratamiento el que es compatible con el
ACLS. Dentro de este texto, Theressa Burns y otros
colaboradores introdujeron el Cognitive Perfomance Test (CPT). En el año
1985, el CPT se utilizó para evaluar el
funcionamiento de seis tareas estandardizadas de la vida diaria para
identificar capacidades cognitivas globales en personas con demencia. Los
estudios posteriores de la investigación han demostrado la eficacia de este
instrumento, el que mide el riesgo a largo plazo y predice la
institucionalización en poblaciones con demencia progresiva.
El módulo de diagnóstico de Allen
(ADM) de Earhart, Allen, y Blue, (1993)[2],
es una colección de 26 tareas estandardizadas de arte, fue desarrollado para
verificar las cuentas iniciales de ACLS en personas con déficits globales leves
a moderadas (modos 3.0 - 5.8.) fue ampliado luego para incluir 35 tareas en el 2004,
el ADM tiene la ventaja de usar la memoria de trabajo para el nuevo aprendizaje,
evitando así las tareas procesales de la memoria que pueden aumentar el puntaje
del desempeño.
El
kit sensorial de estímulo motor I y II de Blue (1995)[3]
fueron diseñados para determinar y para tratar a las personas que presenten un
deterioro severo (modos 1.0 - 3.2) encontrando con frecuencia estos en áreas
geriátricas y en practicas de rehabilitación. La escala de Allen es utilizada
actualmente por terapeutas a través de una amplia gama de áreas de práctica,
incluyendo la salud mental, la psiquiatría forense, rehabilitación, y cuidado
geriátrico.
El
uso específico varía cuando se debe resolver el problema y se deben solucionar
ajustes en cuidados agudos, las capacidades funcionales cambian, se determinan
y se supervisan para incorporar mejoras. En condiciones post-agudas o estables,
la escala de Allen proporciona un análisis de la actividad para identificar los
requisitos cognitivos y motoras de las actividades significativas que la
persona desea hacer, conduciendo a las metas del tratamiento para nivelar las capacidades
actuales.
Los
métodos para enseñar o entrenar en habilidades compensatorias o nuevas están
relacionados con el modo de desempeño en condiciones de deterioro, los terapeutas
pueden recomendar actividades significativas que los ayuden a mantener sus capacidades,
proteger la seguridad de la persona, y reducir la carga para su cuidado.
Entender las capacidades restantes, permite darle además un cierto optimismo
realista para lograr el éxito en vida de la comunidad.
La
red cognitiva de Allen alienta a los terapeutas para que colaboren e
intercambien información entre los profesionales, educadores, estudiantes, y pacientes
en la búsqueda continua para que entiendan la naturaleza de las capacidades y
de las discapacidades funcionales.
Resumen de las
investigaciones del ACLS
A continuación se describen investigaciones acerca de
la cognición y de la ocupación consignadas en el
libro “Cognition and Occupation in Rehabilitation”, corregido por Naomi Katz, publicado por AOTA en 1998.
El capítulo del cual se extrae, esta directamente relacionado con las “discapacidades cognitivas y cómo hacer
juicios clínicos”. Gran parte de los trabajos
se han hecho para mejorar la credibilidad de los componentes de la batería de
Allen, la mayoría de los estudios fueron realizados en varias versiones de las
herramientas de investigación del ACLS (Allen Cognitive Level Test) y del LACLS
(Allen Cognitive Level Test Large). La mayor parte de los estudios
cuantitativos han utilizado correlaciones para establecer el rigor de la
asociación entre estas mediciones.
Si
bien estas instigaciones fueron hechas hace más de 40 años aun están en
vigencia, fundamentalmente porque fueron las primeras bases teóricas que
sustentaron la credibilidad de las evaluaciones de Allen.
A
continuación se describen algunos estudios realizados por distintos autores.
La
correlación más firme se describe como r = + o - 1.0, para mayor fiabilidad, el
número de r debe ser superior a + o .8,
para la validez, el r es generalmente más bajo, entre .3 y .7. Un p minúscula
representa la significación estadística, con el mínimo acostumbrado en .05, lo
que significa que el resultado no es correcto 5 de cada 100 veces. Los números
más bajos de p son mejores, reduciendo el número de resultados incorrectos. N
es el número en la muestra; un aumento más grande del Ns da más confiabilidad en
el estudio.
Según
Moore (1978)[4] La
confiabilidad del Interrater ha sido siempre alta. Los seis niveles cognitivos
originales fueron utilizados en los primeros estudios que encontraron
confiabilidad casi perfecta del interrater (r = .99, n = 32, gama de niveles
2-6). En aquel momento el ACLS fue utilizado para colocar a pacientes en un
grupo que niveló su puntaje; la validez predictiva fue de r = .76, N = 23.
Newman
(1987)[5]
examinó la versión siguiente del ACLS y encontró un porcentaje de acuerdo a dos
raters de 95.2% (N= 21). La fiabilidad del test-retest para la muestra de
Newman en pacientes esquizofrénicos crónicos fue de r = .75 (N = 22, p.<.01).
Partida observo la confiabilidad del interrater del ACLS grande y pequeño con
una muestra pequeña y dos raters, en búsqueda de una confiabilidad perfecta (N
= 4, r = 1.0, p = 0.0).
Howell
(1993)[6]
encontró confiabilidad similar del interrater con la versión más reciente del ACLS
pequeño (r = .91, p.<.0001, N = 20). En tanto ocho raters preparados por
Penny, Messer, y North (1995)[7]
alcanzaron un impresionante r = .98. El primer paso para establecer el uso
creíble de la batería de Allen, es estar seguro de que la calificación de la
herramienta de detección es exacta. Estos estudios sugieren que los terapeutas y
sus estudiantes deben ser capaces de establecer confiabilidad exacta en el
interrater.
Kehrberg
(1992)[8]
informó correlaciones significativas entre la pieza de cuero grande y la pequeña,
con asociaciones más altas en la población con demencia senil (r = .95,
p<.001) que en la población control (r = .58, P < .001). En la población de
pacientes con deterioro, se observó que cuando la prueba fue hecha por género masculino/femenino
y por orden de test la misma fue controlada. Con respecto a la pieza de cuero
grande y la pequeña, tanto la población con demencia como la de control que
estuvieron por sobre la edad de 75 años, no estuvieron por debajo del rango de 75.
La
validez es el grado en el cual una prueba dice lo que dice que mide, en este
caso los procesos cognitivos, capacidad global para funcionar y la severidad de
una incapacidad. El ACLS ha sido correlacionado con instrumentos conocidos de
uso general con una variedad de categorías de diagnóstico, para comprobar la
validez de la misma. La medida cognitiva más ampliamente utilizada es el
Wechlser Adult Intelligence Scale (WAIS), que con frecuencia se menciona como
funcionamiento verbal y escala de inteligencia completa.
Katz (1979)[9]
encontró una correlación moderada entre el subtest de rendimiento entre el diseño
con bloque o cubos del WAIS y el ACLS (r = .45, p, .001), Mayer (1988)[10]
utilizó todos los subtests del WAIS para
clarificar el tipo de tratamiento de la información relacionada con la adaptación.
Las correlaciones más firmes estaban entre el ACLS y el diseño de bloque o cubos y el ensamblaje de objetos (r = .729,
p< .0001).
El
IQ Performance también demostró una alta correlación con el ACLS (r = .55, p
< .0003). El uso de la aclaración del WAIS era
dividir la prueba en capacidades cristalizadas y fluidas. Las capacidades fluidas
“Incluyen la capacidad de procesamiento de la información tales como la atención,
percepción, flexibilidad, y la resolución de problemas. Las capacidades
cristalizadas dependen de la formación previa, la educación, y la cultura por
ejemplo, el lenguaje (Mayer, 1988, P. 176).
Las
correlaciones con las capacidades fluidas dieron crédito a la noción de que un
patrón de desempeño para adaptarse a un ambiente cambiante esta probándose. No
se encontró ninguna correlación significativa con el vocabulario, aritmética o el
acabado de una imagen, que son parte de la inteligencia cristalizada,
influenciada por la base cultural.
Esto
ha sido apoyado más a fondo por una falta de correlaciones significativas con
la edad, el sexo, la educación, la ocupación, la historia del trabajo, o el
estado socioeconómico en varias poblaciones con discapacidad. Mientras que
estos factores demográficos influencian la inteligencia en poblaciones normales,
las ventajas de las experiencias culturales no superan dificultades en el
proceso de la información necesaria para la planificación y resolución de
problemas con la nueva información (Alsberg, 1987[11],
Averbuch y Katz, 1988[12],
Breeding, 1993[13],
Camp y Peterson, 1987[14],
David y Riley, 1990[15],
Gokey, 1986[16],
Heinmann, Allen, y Yerxa, 1989[17],
Herzig, 1978[18],
Heying, 1983[19],
Howell, 1993[20],
Josman y Katz, 1991[21],
Kaeser, 1992[22],
Katz, 1979[23],
Katz, Josman, y Steinmetz, 1988[24],
Mayer, 1988, Moore, 1983. Newman, 1987[25], Partida, 1993[26], Penny, Musser, y North, 1995[27], Richards, 1983[28],
Shapiro, 1992[29], Skinner,
Denton, & Levy, 1989[30],
Williams, 1981[31],
Wilson, Allen, McCormack, y Burton, 1989[32]).
Shapiro
(1992) encontró que el ACLS no se correlacionó con el Memory Perceptual Task (PMT), pero sorprendentemente si se
correlacionó con el Visual Motor Integration (VMI), requiriendo un análisis más
profundo de los procesos mentales subyacentes.
La
entrada del PMT es similar al diseño de bloque del Wais, usando bloques y
diseños coloreados cada vez más complejos impresos en tarjetas. En relación al
PMT, a los pacientes se les da las tarjetas por el término de 10 segundos para
que las mire y luego estos diseños son retirados para comparar o para reconocer
un patrón, los pacientes deben almacenar una imagen mental del diseño
presentado. Contrariamente a esto, tanto la formación y el almacenaje de las imágenes
no son requeridas para el ACLS, dado que este en un cordón de cuero con una
pieza de cuero, que deben insertar en cada agujero o perforación, de acuerdo a
cada puntada que el terapeuta presenta.
Con
respecto al VMI, a los pacientes también se les da patrones geométricos para
que copien. El estudio de Shapiro sugiere una necesidad de mirar más allá de
las señales visuales y auditivas y considerar los procesos mentales subyacentes
que se aplican a las señales.
La
relación entre el ACLS y la destreza para su uso con las manos ha sido investigada
usando el Purdue Pegboard, no hallando una correlación significativa según lo que
se esperaba. En una muestra de pacientes que presentan depresión, el tiempo
para que terminen de usar el ACLS fue utilizado para impedir el éxito del
efecto techo sobre el ACLS, esto ha sido un problema con otros estudios relacionados
con la depresión (Carmel, Katz, y Modai, 1996), debido a que el problema
principal es la lentitud, o pérdida de energía, es necesario medir el tiempo
del ACLS ya puede proporcionar datos objetivos.
La
relación entre el ACLS y las capacidades verbales también ha sido estudiada. David
y Riley (1990) encontraron correlaciones moderadas entre el ACLS y el Shipley Institute of Life Scale, consiste es una prueba de papel y lápiz para las personas que eligen sinónimos,
y para las respuestas al escribir una secuencia de términos. Con una N de 57,
las correlaciones moderadas fueron encontradas con vocabulario r = .25, p, .02;
abstracción, r =.35, p, .001, e índice de inteligencia r = .31, p, .005. No
obstante esto, se encontró una correlación más firme con el Modalities Digit Symbol Test, que mide el tiempo de la traducción de las respuestas escritas y de
las formas geométricas. (r = .52, p< .001), diferenciando que el ACLS se
relaciona más con aprender acerca de las tareas perceptivas motoras, que
abstraer el razonamiento y las capacidades verbales.
Una
moderada correlación similar fue encontrada entre el ACLS y la Social
Interaction Test (SIT) (penique, Musser, y North,
1995). El total de la correlación era r = -.32, p<.01; no verbal r = -.27,
p, .03; la conversación r = -.32, p<.01, y calidad de la voz que no fue
significativa r = -.16. Una baja puntuación del ACLS fue asociada con la
reducción de las capacidades sociales. Las escalas van en direcciones opuestas
ya que explican las correlaciones negativas esperadas, mientras que hay una relación
entre qué es lo que la gente dice y lo que la gente hace, esta relación es
moderada.
En
un esfuerzo por examinar las capacidades cognitivas que surgen a partir del período
de Piaget acerca de las operaciones concretas, en
donde la Clasificación del Objeto de Riska (ROC) fue desarrollada con
confiabilidad del interrater en r - .83, P < .01. La parte estructurada
de esta prueba requería un gran salto en las capacidades cognitivas sin producir
correlaciones significativas. La parte espontánea ha sido más productiva, con
una asociación significativa con el ACLS, la educación, la ocupación, y la
posición social en una población sin discapacidad (Williams, 1991).
Wilson también encontró una correlación significativa entre
la parte espontánea del ROC, el ACLS (r
= .66, p<.001) y el Minimental State Examination en la población con demencia senil (r= .90, p<
.001). En un estudio de personas con depresión, se encontraron correlaciones
significativas por Katz (1979) entre el ACLS (r = .42, p<.001) y la parte del
diseño con bloques del Wais (r=.60, p<.0001).
Los resultados de los primeros estudios con el ROC fueron desiguales,
sugiriendo que el continuo desarrollo necesitaba ser sustituido por otra manera
de organizar nuestra comprensión de las capacidades cognitivas. Katz comenzó entonces
a trabajar en esto incluyendo una serie de preguntas para incluir en su clase de
terapia ocupacional acerca de la batería de preguntas de Lowenstein (Katz,
Josman, Steinmetz, 1988; Averbuch y Katz, 1988; Landsmann y Katz, 1988; Katz,
et. al. 1988; Cerámic et. A. 1995). La explicación conveniente sobre retroceder
a los niveles inferiores del desarrollo, en una secuencia tomada de niños sin
discapacidad, no estaba funcionando con respecto a las diferencias acerca de lo
que piensa la población con discapacidad y los niños y adultos sin discapacidad,
por lo que es necesario hacer aplicaciones mas claras.
De estos estudios, fueron surgiendo algunas diferencias
entre la visión psicológica de la inteligencia y la opinión de terapia ocupacional
sobre esta función. Las pruebas psicológicas de la inteligencia tienden a
incluir tareas sobre las palabras, conceptos, sobre el papel y lápiz, y aun
cuando las señales visuales son utilizadas, ellas se deben procesar y almacenar
de una manera secuencial, dentro de un período sincronizado.
Mientras
las pruebas psicológicas tienen una fuerte tradición en favorecer la capacidad
izquierda del hemisferio, el ACLS, las artes y las actividades de la vida
diaria favorecen probablemente a las capacidades viso-espaciales del hemisferio
derecho, en tanto hacen una actividad que se demuestran y se copian las señales
viso-espaciales. Aprender una actividad puede ser instantánea o adquirida, pero
se debe practicar previamente. Los procesos del hemisferio derecho disponen a la
gente para la acción inmediata, conteniendo la espontaneidad que no es considerada
en los procesos del hemisferio izquierdo. Las discusiones de Shapiro (1992) en
relación a las diversas respuestas que Katz utilizó proporcionan la información
necesaria sobre estas diferencias. Debido a que ambos hemisferios son importantes, por lo tanto se ha hecho un esfuerzo para
incluir ambos tipos de capacidades en la descripción de los modos para
proporcionar una visión global de la capacidad de funcionamiento (Allen,
Earhart, y Blue, 1992).
La idea para que la escala mida la severidad de una incapacidad
fue primero investigada con la Brief Psychiatric Rating Scale; la validez
concurrente con el ACLS estaba cerca de r = .53 para la dmisión y r = .43 para el
alta, Moore, (1983). En otra muestra con población esquizofrénica, y Newman
(1987) encontró una correlación con la Global Assessment Scale (r = .46, p,
.01, N = 34). Las diferencias entre las poblaciones esquizofrénicas, depresivos
y poblaciones control fueron encontradas en California y extendidas a Israel, Williams, (1981), Katz, (1979),
Katz y Heinmann, (1990).
Heyings (1985) ampliaron la investigación del ACLS a
poblaciones con demencia senil, encontrando una correlación con el Minimental
State examination (R. = .66, p< .001, N = 33). Los resultados fueron extendidos por
Wilson (1985) con una N de 20 y r = .59. La prueba del funcionamiento cognitivo
se ha utilizado para predecir la institucionalización de pacientes con funcionamiento
bajo, para minimizar y mantener la declinación funcional y la muerte en
personas con demencia senil (Burns, 1992).
Por
otro lado en una franja etaria, en una escuela de Nueva York se hizo un estudio
con jóvenes perturbados emocionalmente, demostrando una cierta disminución en
la capacidad para hacer la actividad del ACLS, es decir la actividad que se realiza con la pieza y el cordón de cuero (N = 24). Fue
encontrada una correlación moderada con la Developmental Test for Visuomotor
Impairment (r = .44, p < .04) en un diseño de prueba para preservar el
aprendizaje en niños con disminuciones neurológicas e inhabilidades cognitivas,
Shapiro (1992).
Breeding
(1993), encontró una diferencia entre los grupos de misma edad en un estudio de
de niños sin discapacidad con edades entre los 6 a 9, todos ellos de una
escuela donde los padres tienen un alto nivel socioeconómico (N = 84). El ACLS
se ha utilizado para distinguir entre los adolescentes, mayores 12
a 18, con desórdenes psiquiátricos (N = 94) y pacientes controles
(N = 29), parejos en edad, sexo, educación y lugar de residencia (Katz, Josman,
y Steinmetz, 1988; Josman y Katz, 1991).
En
los adultos sin discapacidad de edades entres 18 a 65 años, Williams (1981)
encontró una correlación positiva entre el ACLS y la posición social basada en la
educación, el aspecto social y la ocupación según lo determinado por Hollinghead’s
Two-Factor Index of Social Position. Los factores culturales
influyen sobre la capacidad cognitiva
en la población sin discapacidad,
pero no han tenido un impacto en las
puntuaciones en la población con
discapacidad. Los niveles
cognitivos se correlacionan con
medidas bien conocidas de la gravedad de una variedad de trastornos
mentales.
La
relación entre las actividades que los terapeutas utilizan típicamente en la
práctica y en el ACLS también fue examinada. Newman (1989) encontró una
correlación (r = .63, p, .01 con el Task Oriented Assessment orientado al Bay
Area Assessment of Functional Performance.
El
estudio de actividades de la vida diaria fue comenzado por Heying (1983) al
encontrar una alta correlación (r = 82, p< .001) entre la Escala Física y de
Automantenimiento y las Actividades instrumentales de la escala diaria
presentada por Lawton y Brody (1969). Estas últimas fueron modificadas y convertidas
en una medida cuantitativa por Heimann (1985), bajo la forma de inventario
rutinario de la tarea (RTI).
Heimann
estudió a pacientes psiquiátricos ambulatorios, encontrando una correlación entre
el ACLS y el RTI con un total de r = .64, p< .001 (Heimann, Allen, y Yerxa,
1989). La confiabilidad del test-retest del RTI fue establecido en el r= .999,
p<. 0001 y la confiabilidad del interrater fueron establecidos en r = .99,
p, .001 (Heimann, 1995).
Wilson
(1985) describió una muestra basada en una población con demencia senil,
encontrando una correlación entre el ACLS y el RTI similar a Heimann en r =
.56, p<. 01 (Wilson, Allen, McCormack, y Burton, 1989).
Gokey
(1987) encontró una moderada correlación entre el ACLS y el RTI (r = .44, p
< .006), dándole fuerza a la correlación entre el ACLS y las actividades de
la vida diaria, siendo dada por una investigación profundizada por Gokey
(1987), Heinmann (1985), y Wilson (1985), llegando a sugerir que la actividad
de comer es un índice más bajo que el resto de las actividades. Gokey (1987)
encontró que el RTI tenía una correlación más fuerte con el trabajo con el ACLS
e hizo en una muestra con pacientes esquizofrénicos, comparando las
correlaciones del RTI con el ACLS y la clasificación de habilidades, comenzando
entonces a emerger una distinción entre y las capacidades motoras y verbales.
(Heimann, 1985; Wilson, 1985; Gokey (1987).
Los
problemas de seguridad implícitas en el RTI recibieron su primera investigación
explícita por Alsberg (1987) que encontraba una asociación entre el ACLS y los
errores cometidos al hacer una actividad de cocina preparando macarrones con
queso, en una muestra de funcionamiento del ACLS en niveles 4 y 5.
Burns
(1992) traslado 6 tareas del RTI a una tarea de desempeño cognitivo,
encontrando una correlación con el Mini-Mental Status Exam (r= .67, N = 77) con
el CPT a las 4 semanas, donde la
confiabilidad del interrater fue r = .91 (N = 18) y el test-retest fue r = .89
(N = 36). La fuerza de las correlaciones de la validez no fue ideal, sugiriendo
que la experiencia previa, la motivación, las situaciones sociales y los
procesos mentales subyacentes pueden tener influencias importantes en las
actividades de la vida diaria.
La
investigación de las actividades del arte fue iniciada por Kaeser (1992)[33],
demostrando un mejor desempeño cuando
las actividades se adaptan al nivel cognitivo. La muestra fue en pacientes
mayores con demencia, haciendo tareas con azulejos sujetos al nivel cognitivo 3,
observando que tuvieron un mejor desempeño al realizar mejor estas actividades
que un nivel cognitivo 4 (F (1.14) = 125, p<.001). Como se esperaba, hubo
una diferencia entre aquellos que realizaron tareas en el nivel cognitivo 3 que
el nivel 4.
La
primera investigación controlada, relacionada con la eficacia del tratamiento
se ha terminado en Israel con dos grupos de pacientes esquizofrénicos en
cuidado post-agudo. El grupo de investigación (N = 11) recibió actividades de
ADM que igualó su capacidad para funcionar, explorando hacia capacidades más
altas. El grupo de control (N = 8) se encontraba en un taller protegido
realizando tareas dadas según el trabajo propuesto. Ambos grupos demostraron
una mejora significativa en el RTI (z = 2.80, p<.005 para la investigación;
z = 2.52, p<, 01 para el control), pero el grupo de investigación demostró
un aumento más alto. El grupo de investigación demostró una mejora
significativa en el ACLS (z = 2.52. P< .01) pero no se observó una mejora
significativa en el grupo de control (z = .13).
Mas
allá de que el tamaño de la muestra fue muy pequeña, el estudio apoyó la idea acerca
de que los aumentos mayores puedan llevarse a cabo cuando los métodos de
tratamiento de los terapeutas nivelan las capacidades del paciente (Raweh,
1996)[34].
Estos
estudios cuantitativos han formado a la comprensión del mecanismo psicológico
que explica la capacidad para funcionar. La confianza en el uso de los niveles
cognitivos para describir la gravedad de la discapacidad en las poblaciones más variadas ha sido mejorado.
En
relación a lo que la persona puede, hará o podría hacer, ha sido aumentado
porque esta puede explicar solamente un porcentaje limitado de la variación, es
decir que lo que puede hacer se basa en factores biológicos y es el aspecto de
la función de la persona lo que se mide, en tanto lo que la persona hará, está
influenciado por los factores psicológicos, como la motivación, los temores, o
significado de la actividad por realizar, mientras que lo que la persona
podría, es un reflejo de cuanto apoyo recibe de sus sistemas sociales, como por
ejemplo la familia, los amigos y la comunidad. Con respecto a las poblaciones con
discapacidad, la conclusión es que la base cultural, según lo estudiado con las
variables demográficas, no compensa la severidad de una discapacidad cognitiva.
Allen,
describe algunas premisas para con respecto a esta población de personas con
discapacidad cognitiva:
La
gravedad de un trastorno mental puede juzgarse por las consecuencias que tiene
sobre la capacidad de una persona para pensar, hacer y aprender.
Los
trastornos mentales leves suelen compensarse aprendiendo sustitutos
psicológicos para los procesos mentales normales.
Los
trastornos mentales graves pueden compensarse aportando sustitutos ambientales
a los procesos mentales normales e identificando los procesos normales que se
puede usar todavía.
Las
capacidades mentales restantes pueden encausarse para efectuar actividades
realistas que sean significativas, práctica para quien se ocupa de sus cuidados
y de ser sostenibles en el tiempo.
Cuando
los pacientes no pueden aprender a usar eficazmente las compensaciones
psicológicas, las compensaciones ambientales pueden mejorar su calidad de vida
y las de sus familiares.
Según Allen (1999), las estructuras mentales
similares predicen un desempeño similar, donde el terapeuta identifica las estructuras
mentales subyacentes de una actividad dada para predecir un desempeño análogo
en otras actividades, esta autora definió las estructuras mentales subyacentes
como: “los componentes mentales usados para organizar los procesos del
pensamiento y aprendizaje”, destaco además que el desempeño eficaz de una
actividad se produce cuando estas estructuras mentales están disponibles para
la persona y son compatibles con las demandas de la actividad.
Como se explica en la revisión de las investigaciones
descriptas en los párrafos anteriores, hay razones para poder seguir
investigando acerca de los procesos mentales y de este modo poder hacer aportes
para con esta teoría. Es por esta razón que es necesario entender de que se
trata y como se aplican las herramientas de evaluación, para saber cómo hacer
juicios o valoraciones clínicas y en función a esto elaborar un plan de
tratamiento.
Si
bien la medida cognitiva más ampliamente utilizada es el Wechlser Adult
Intelligence Scale (WAIS), existen otras que también que pueden explicar sobre
una discapacidad cognitiva, que en este caso es el ACLS, a pesar de que el WAIS
da cuenta de las capacidades fluidas que incluyen sobre la capacidad de
procesamiento de la información tales como la atención, percepción,
flexibilidad, y la resolución de problemas, las capacidades cristalizadas por
otra parte dependen de la formación previa, la educación, y la cultura por
ejemplo el lenguaje, que coinciden con los conceptos de Allen.
No
obstante esto creemos que de igual modo ocurre con la población de personas
adictas, es decir que tanto la edad, el sexo, la educación, la ocupación, la
historia del trabajo, el estado socioeconómico, como los factores demográficos
pueden influir en la inteligencia, no pudiendo comprender algunas de las
herramientas de evaluación de Allen, al no haber sido estandarizadas a
poblaciones latinoamericanas como hispanoamericanas, es por eso que las
ventajas de las experiencias culturales en ocasiones no superan dificultades en
el proceso de la información necesaria para la planificación y resolución de
problemas con la nueva información que le brinda el terapeuta, cuando trata de
explicarle como hacer actividades de arte por ejemplo algunas de las que se
propone en el Modulo de Diagnostico de Allen.
A
pesar de que el ACLS es un simple cordón de cuero con una pieza de cuero, donde
deben insertar en cada agujero o perforación que esta presenta de acuerdo a
cada puntada que el terapeuta muestra, existe una cierta dificultad en esta
población para poder llevarla a cabo, dada su condición psicopatológica, si
tenemos en cuenta que en algunas oportunidades los pacientes adictos ingresan
con un cierto grado de descompensación cognitiva producto del consumo.
¿Qué es
la adicción?
Podemos definir a la adicción como un estado de
dependencia de una droga, según la Organización Mundial de la Salud (OMS)[35],
droga es “toda sustancia que
introducida en el organismo por cualquier vía de administración produce una
alteración de algún modo, del natural funcionamiento del sistema nervioso
central del individuo y es, además susceptible de crear dependencia ya sea
psicológica, física o ambas”. Cuando decimos que son sustancias, excluimos a
otros tipos de adiciones como por ejemplo las ludopatías, entendiendo a estas
como el uso excesivo de los vídeos juegos, permanencia en el casino, juego
compulsivo por internet, juego compulsivo por internet con el uso de tarjetas
de créditos, entre otros juegos. Estas conductas de dependencias no se
establecen como una sustancia o droga.
Algunos autores consideran a
la adicción como un problema social y cultural, y no tanto de la persona como
sujeto conciente de su uso, es por eso que intentamos darle a las sustancias
una clasificación desde una óptica social de la siguiente forma[36]:
a) las que son socialmente aceptadas, cuyo
uso de las sustancias han sido aceptadas socialmente tales como el café, té,
mate, chocolate, algunas bebidas gaseosas, tabaco, alcohol; b) Ilegales: algunos autores y especialistas
destacan que cuando alguien dice “drogas” se refiere a este grupo; Marihuana,
cocaína, heroína, lsd, hachís, éxtasis, cucumelo; c) Otros tipos de productos: generalmente son utilizados por personas
con bajos ingresos económicos, su mal utilización y su gran adherencia hace que
delincan con mas frecuencia, dado su baja persistencia como alucinógeno, a
pesar de que son productos que han sido fabricados para un fin, estos son
utilizados para otros, que precisamente no son para nada saludables, como por
ejemplo: pegamento, solventes, entre otros.
Factores determinantes vinculados con el consumo de
las drogas
Los individuos dotados de razonamiento, naturalmente tienden
a ser independientes, es por eso que los diversos aspectos que constituyen su personalidad
con sus rasgos biológicos y hereditarios y sus rasgos psicosociales tales como
ignorancia, curiosidad, soledad, inconformismo, evasividad, desesperanza o
hedonismo; rasgos psicológicos como la
angustia, labilidad afectiva, inmadurez, inseguridad; y psicopatológicos como
los estados depresivos o psicosis, pueden favorecer la demanda de drogas [37].
Debemos considerar además que el ambiente favorece el
consumo de drogas, dado que las crisis socio-familiares, la marginación, moda,
desilusión, el aislamiento, la exclusión social, la crisis de valores, entre
otros; estimulan el aumento de la oferta como de la demanda de drogas, en una
sociedad donde encontramos sobreproducción, industrialización, puntos de venta
con poco control, transporte fácil, rápido y económico, movilidad geográfica de las personas,
publicidad y otros métodos de promoción y carácter altamente lucrativo de la
venta que hacen que el consumo de drogas se vea excesivamente favorecido.
La capacidad que tienen las drogas para inducir un estado
psicológicamente vivido como placentero (“psicoactividad”), es lo que hace
principalmente que el individuo desee repetir la experiencia del consumo. Entre
estos estados que busca y que vive placenteramente el individuo se destacan: la
eliminación de sensaciones dolorosas, la euforia y los cambios en la percepción
de la realidad. De igual modo son tan importantes los condicionantes sociales
tales como: el ingreso a un grupo, el estatus social adquirido por el consumo,
rito de iniciación, signo de adultez, entre otras condiciones.
Es importante aclarar que la repetición en el consumo de
las sustancias genera la aparición de los efectos denominados “de estado”,
donde convergen de forma importante aspectos psicosociales y neurofisiológicos.
Entre estos efectos “de estado” destacan la “tolerancia y la dependencia”.
El proceso de consumo/no consumo de las diferentes drogas
que hay en existencia, depende de las características de estos tres elementos
expuestos anteriormente que agrupan una variedad de factores cuya presencia o
ausencia incrementan la posibilidad de desarrollar el consumo de drogas, estas
se denominan factores de riesgo y constituyen los elementos básicos del origen
del consumo de drogas.
Características cognitivas
típicas de individuos consumidores de sustancias
Como
se describió anteriormente los pacientes adictos presentan características que
son compartidas por una franja de la población psiquiátrica, como por ejemplo
la falta de consciencia dado que no reconocen, o son incapaces para considerar
que sus acciones afectan a los demás o contrariamente a esto la conducta de
otros los afectan a ellos mismos. Muestran además, una falta de habilidad para
pensar en las consecuencias de sus actos, frecuentemente ignoran estas actitudes
bloqueando su pensamiento distrayéndose mediante la obsesión y compulsión por
las drogas.
Otras
de las características propias de estos pacientes son la falta de juicio, ejerciendo
de manera equivocada sus facultades de juicio para la resolución de problemas (evadiéndolos),
incapacidad para la toma de decisiones, y la evaluación de las consecuencias.
Estas dificultades parecen estar relacionadas con un pobre control de impulsos
y una incapacidad para retrasar la gratificación, impidiendo todo esto el
desarrollo de las habilidades de juicio y su ejercicio.
Sin
dejar de mencionar que la falta de introspección, impide la auto-apreciación
para entender la vinculación entre lo que ellos experimentan (sentimientos,
auto-percepciones y acciones) y las razones, influencias o determinaciones de
su experiencia. Una dificultad de introspección específica es su falta de
autoestima acerca de la relación entre sus pensamientos y acciones relacionadas
con la droga, y las emociones y circunstancias varias que sirven como detonantes
para estos pensamientos o acciones.
La
pobre evaluación de la realidad es quizás una de las mayores dificultades por
las que atraviesan estos pacientes, ya que no pueden verse a si mismos, ni ver
a los demás o a las circunstancias que los rodean como verdaderamente son,
porque no pueden o no quieren afrontar
los problemas de la vida diaria y tienden a evitarlos o escapar de ellos
mediante su pensamiento o conducta. Presentando dificultades a la hora de
realizar distinciones entre sus sentimientos y los hechos verdaderos, y entre
sus deseos y necesidades.
En
este sentido, también los pacientes frecuentemente no poseen las habilidades
cognitivas, educativas o laborales para obtener beneficios económicos o
negociar de forma efectiva en el sistema social, además carecen de hábitos
conductuales básicos y actitudes asociadas a su inserción en el mercado
laboral. Para otros con habilidades vocacionales y educativas, el potencial
social general para obtener metas materiales está relacionado por su implicación
en el mundo de la droga.
En la última
década algunos autores han documentado diferentes alteraciones cognitivas y
deficits neuropsicológicos asociados al uso crónico de alcohol y drogas[38],[39].
Detectando que en usuarios de cocaína el consumo produce un cierto efecto sobre
la atención y funciones ejecutivas como la toma de decisiones y la flexibilidad
mental[40],
asociado a esto también hay un peor rendimiento en aquellas tareas relacionadas
con el procesamiento de la información e inhibición de respuestas[41].
Mientras que en aquellos abusadores de distintas sustancias se ha sugerido una
relación entre la gravedad del consumo y el rendimiento en pruebas de función
ejecutiva[42],
y se han encontrado tasas más altas de impulsividad y mayores dificultades en
la toma de decisiones en usuarios de sustancias en comparación con personas no
usuarias[43].
A pesar de que
hace tiempo que se piensa que los deficits cognitivos y neuropsicológicos
afectan a los resultados del tratamiento de la adicción, no se ha establecido
la evidencia empírica de una vinculación directa entre las diversas habilidades
cognitivas y los resultados del tratamiento. Pero algunos estudios han
encontrado que la impulsividad[44],
y el rendimiento en pruebas de toma de decisiones[45],
están firmemente vinculados con las tasas de abandono del tratamiento, y
también que un peor funcionamiento cognitivo se asocia a peores tasas de
retención[46].
En tanto otros autores han sugerido una cierta relación entre las capacidades
cognitivas y los procesos y mecanismos de cambio, como la autoeficacia y el
compromiso con la abstinencia[47],
así como entre las capacidades cognitivas y la participación en un proceso de
tratamiento de tipo cognitivo-conductual[48].
Como destacáramos
en estos últimos párrafos acerca de la importancia de las evaluaciones de Allen,
debemos decir que están pueden contrastarse con otras como el MOCA test, ambas pueden ser utilizadas por otros profesionales como psicólogos,
trabajadores sociales, operadores socio-terapéuticos, ya que tanto Allen como
el MOCA test, son fácilmente aplicables. Debemos diferenciar que para lo que
comprende las evaluaciones de Allen es necesario interpretar esta teoría,
debido a que se deben cumplir con ciertos requisitos como por ejemplo saber
diferenciar en qué nivel cognitivo se encuentra funcionando una persona, para
poder determinar qué tipo de actividades se le proveerá.
Es por eso que los
datos que se le suministra a los demás profesionales con respecto al nivel
cognitivo en que se encuentra la persona, en vital para establecer que
información pude procesar y de este modo que información se le puede
proporcionar, si tenemos en cuenta que en algunos pacientes adictos dependiendo
de factores como el grado de consumo, edad de inicio, cantidad de años de
consumo, tipo de deterioro cognitivo, entre otros, las funciones ejecutivas se
encuentran reducidas o disfuncionales, como por ejemplo la atención, concentración
y memoria, por lo tanto lo que se le transmita debe ser concreto, sintético y
de fácil entendimiento.
Ahora bien integrar
un equipo terapéutico y que se pueda consensuar con los demás profesionales, no
es tarea fácil para ninguno del equipo porque cada uno tiene una visión desde
su propio punto de vista formativo y teórico. Seguramente cada uno tendrá sus
observaciones desde su área profesional y el punto no es siempre el consenso
sino que también lo es el no consenso, ya que otras visiones nos pueden
enriquecer nuestra propia visión con respecto al paciente.
La estimulación cognitiva
Los
trastornos cognitivos son frecuentes en pacientes adictos, viéndose afectada la
capacidad para realizar las actividades cotidianas como a) alimentación
(pierden de peso producto de que sus horarios de descanso se encuentran
cambiados, durmiendo de día y saliendo de noche, hay hiperactividad y agitación
psicomotriz); b) vestido (se los observa desalineados, mal vestidos y una gran
despreocupación por esto); c) higiene (pasan días sin bañarse, afeitarse e
incluso sin cepillarse los dientes).
Terapia ocupacional es una rama de la rehabilitación
tanto física como mental que utiliza las actividades humanas para mejorar,
mantener o recuperar la independencia en personas con alguna discapacidad, en
este caso pacientes adictos, para mejorar su calidad de vida y promover una
mejor integración a la comunidad, favoreciendo el desempeño de sus antiguos
roles ocupacionales por nuevos roles en la sociedad.
Los terapeutas ocupacionales evalúan al
paciente para conocer su nivel de independencia funcional en su hogar, en la sociedad
y en su puesto de trabajo. Además evalúan el entorno familiar para detectar
posibles conflictos no resueltos.
La evaluación proporciona información al equipo transdisciplinario
acerca del nivel de funcionalidad del paciente en su medio ambiente y sobre cuáles
son los componentes (sensorio-motores, cognitivos, integración cognitiva, psicosocial
y psicológico)[49]
que interfieren en el normal desempeño del mismo.
La evaluación informa acerca de los factores que impiden el desempeño ocupacional,
si estos déficits pueden corregirse en función a la capacidad de aprendizaje de
la persona para lograr: a) determinar cuáles son las actividades que forman
parte del estilo de vida del paciente; b) que tareas y sub-tareas son necesarias
para desempeñar estas actividades; c) detectar que destrezas son las más adecuadas en los
componentes de AVD básicas antes de evaluar el desempeño de las AVD complejas;
d) que grado de deterioro cognitivo presenta al momento de su internación o
evaluación.
Las personas con deterioro cognitivo, como el caso
de ciertos pacientes adictos, requieren de estimulación constante dada las
características de su patología, la cual en ocasiones produce déficit
progresivos de las funciones cognitivas, físicas y alteraciones del
comportamiento que repercuten en las actividades de la vida diaria.
Cuanto más se valora a una persona en un rol
determinado y más se lo alienta, más convencido y más motivado estará para
comprometerse a aprender las reglas, destrezas y hábitos requeridos para la
competencia en el rol. Es por ello que en las primeras etapas del tratamiento se
evalúa a la persona que desea participar en las actividades terapéuticas, para poder
definir sus gustos y preferencias, y determinar de este modo con qué tipo de
actividades se verá beneficiado.
Cuando se usa este marco de referencia
previamente se debe hacer una entrevista para establecer un mejor vínculo,
posteriormente se deben usar las evaluaciones de Allen, si el profesional
detecta que el paciente obtiene igual o menor puntaje que el nivel 3, se debe
usar el modulo de diagnostico (ADM) o inventario de las tares de rutina RTI-
II, para verificar si el puntaje se corresponde, pero si cree que el puntaje es
correcto, entonces puede usar utilizar el manual conociendo los modos de desempeño cognitivo, este es una guía
fundamental para poder comprender el uso de ACLS, debido a que enumera las
capacidades y provee un listado de pistas para el control de la seguridad de
acuerdo al nivel cognitivo en el que se encuentre para guiarlo en la
intervención. En cambio si no es posible determinar a partir de ACLS puede
utilizarse el kit de estimulación sensorial, para determinar los niveles
menores o iguales a 3.
Conclusión
El marco de referencia de Claudia Allen, es una
teoría conformada por varias herramientas de evaluación que permite determinar en
que nivel cognitivo funcionan las personas, además de sustentar sus teorías con
investigaciones que afirman y miden la consistencia de la validez interna de
estas.
Más allá de que esta teoría cuenta con más de
40 años de elaboración y trabajo con poblaciones que presentan discapacidad
cognitiva, precisamente pacientes psiquiátricos, no escapa que además puede ser
instrumentada en pacientes con trastornos adictivos, fundamentalmente porque el
esquema de los trastornos psiquiátricos son compartidos por la desorganización
de las rutinas, la ruptura del lazo familiar, en ocasiones persiste la
depresión o el aislamiento, ideación delirantes, y falta de consciencia de la
enfermedad, entre otros trastornos.
Es por eso que se enfatiza en el uso de estos
instrumentos de medición en razón de la disfunción que presente, debido a que esto
permite detectar el modo en que se desempeña una persona y su nivel cognitivo
correspondiente, la cantidad de horas de cuidado que debería necesitar para desempeñarse
en forma segura y adecuada, como así también evalúa rutinas,
roles, necesidades ocupacionales, motivaciones, responsabilidades y hábitos.
Cuando estos últimos se ven interrumpidos, es posible que las rutinas no estén
presentes, observándose en este caso una disminución de los roles.
En este sentido,
podemos entender a un paciente adicto en etapa de compensación en su contexto,
cuando se aferra fuertemente a las rutinas establecidas, en el cual su vida está
compuesta por responsabilidades sociales, laborales y familiares.
No obstante esto, cuando
los pacientes adictos se encuentran descompensados las rutinas se ven afectadas
debido a una perdida funcional o perdida del rol, pudiendo presentar serias
dificultades. Destacando que las pérdidas de aquellos roles que controlan el
ciclo vital de socialización, provocan una falta de motivación para desarrollar
los papeles que aún se mantienen.
En consecuencia, los
pacientes que desempeñan roles y rutinas basados en necesidades y objetivos, realizados
con habilidades que aun siguen conservando, pueden necesitar la intervención de
un terapeuta ocupacional para restaurar o mantener el significado y equilibrio[50].
Desde una visión holística el equilibrio debería entenderse como la capacidad biopsicosocial
y ocupacional que tiene el individuo para hacer frente a situaciones adversas.
.
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Sciencie
Buenas tardes Doctor usted cree que se puede aplicar esta evaluación desde el área de Terapia Ocupacional a pacientes con insuficiencia arenal crónica?
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