viernes, 17 de julio de 2015

Sintesis de de pubicaciones





Tarea de hoy: “Ser padres de nuestros padres”


En muchas oportunidades, cuando somos hijos no interpretamos verdaderamente que encierra esa palabra “Hijo”, ni cuales son las responsabilidades, por lo que confrontamos permanentemente con nuestros padres, acerca de quién tiene la razón.

Por un lado, porque tenemos nuestra propia e inexperta realidad. Opuestamente a esto, son nuestros padres quienes tienen la experiencia, por afrontar antes que nosotros tareas tales como: llevarnos de niños a la escuela, proveernos de alimentos, cuidados, procurar una vivienda, tener responsabilidad dentro del círculo familiar. Porque cuando tenemos hijos, no se tiene un manual del buen padre.

La pregunta entonces es: ¿estamos preparados como hijos para criar a nuestros padres? - que hoy son abuelos de nuestros hijos. Parece un trabalenguas…. Pero …

¿Porque nos cuesta tanto acompañar el proceso de la vejez de nuestros padres?

¿Porque nos cuesta entender que el deterioro natural de nuestros padres no se puede negar?

Otra gran pregunta es: ¿Qué pasa si nuestros padres nunca estuvieron presentes?

¿Qué pasa si nuestros padres nunca nos dieron afecto?

¿Entonces, debemos ser igual nosotros para con nuestros hijos?

¿Debemos ser ausentes como fueron algunos de ellos?

¿Debemos dar vuelta la cara al presente mismo de nuestros padres?


Muchas personas sostienen que ese sentimiento más preciado llamado amor, tal vez nunca lo tuvo. Muchas también sostienen que nadie puede dar lo que no tiene, es decir que nadie puede dar amor si nunca tu amor.

Lo cierto es que no se puede pedir explicaciones a una persona adulta mayor de más de 70 u 80 años, porque son condiciones totalmente distintas a las nuestras, porque el adulto mayor posiblemente pueda tener deterioros propios de la edad, mientras nosotros estamos casi en proceso de crecimiento personal.

En otras palabras, ¿porque tenemos que pagar con la misma moneda con la cual nos han pagado?

Si tenemos la capacidad de darnos cuenta de ese afecto que no tuvimos, y de qué podemos ser totalmente distintos de lo que fueron con nosotros. Entonces podemos cambiar ese esquema que durante años nos impuso el entorno o nos impusieron nuestros padres. Podemos demostrar que el afecto que no tuvimos, es posible volcarlo en nuestros hijos y ese afecto que le damos, también lo podemos trasladar a nuestros padres.

Demostrar de manera tal, que cuando nosotros seamos también viejos, nuestros hijos sepan que dimos todo lo que pudimos dar, es decir amor, afecto, cariño, cuidado, respeto, crianza, comprensión, por lo tanto dar al otro es….. darnos a nosotros mismos cuando también lleguemos a viejos…


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Neurogénesis

En el campo de la Salud Mental, los terapeutas trabajamos permanentemente con pacientes con distintas patologías, pero una de las vertientes que más se hace hincapié dependiendo de la región de cada país, es en la población de adultos mayores. No obstante esto, muchos profesionales al no estar entrenados en actividades neurocognitivas, desconocen distintos aspectos que vinculen la neurogénesis con el aprendizaje y cómo esto favorece el desempeño en las actividades.

Es por ello que, al mencionar el fenómeno de la generación de nuevas neuronas o neurogénesis, necesariamente se debe referir a los ventrículos laterales y al giro dentado del hipocampo, porque es ahí donde ocurren estos procesos, debido a que estas nuevas neuronas hacen que se mantenga precisamente la construcción del conocimiento, por lo que adaptativamente tanto el aprendizaje como la memoria son procesos cognitivos vitales para la supervivencia de todo ser humano.

Nuestro sistema nervioso permite modificaciones estructurales y funcionales que hacen que la información recibida y aprendida sea almacenada en los circuitos neuronales, constituyendo lo que se llama memoria. En función de las características conductuales y de las estructuras del cerebro que implican los procesos cognitivos, se pueden determinar tres tipos de memoria:

La memoria de trabajo llamada por algunos teóricos cognición ejecutiva, representa lo consciente y la manipulación temporal de toda información necesaria para realizar operaciones cognitivas complejas, tales como el aprendizaje, la comprensión del lenguaje o el razonamiento. Hace consciente por periodos cortos de tiempo aquellos estímulos ausentes.

La memoria implícita, también denominada procedimental o no declarativa, vinculada con el hacer rutinario. Es aquella considerada como automática, representa lo inconsciente y poco fácil de poder verbalizar. Se adquiere gradualmente y se va perfeccionando con la práctica. Esta cimentada por el aprendizaje básico, la habituación, los hábitos, la sensibilización, las habilidades, el aprendizaje perceptivo y motor o el condicionamiento clásico e instrumental y los factores emocionales.

Por último, la memoria explícita, denominada también entre otras como declarativa, relacional o cognitiva, la cual almacena hechos (memoria semántica) y eventos (memoria episódica). Puede adquirirse con pocos ensayos de información. Se diferencia de las demás memorias porque se expresa en situaciones y modos diferentes a los del aprendizaje original, considerándola como de tipo flexible. Dentro de este tipo de memoria se encuentran mecanismos que codifican, almacenan y recuperan información relacionado con las rutas, configuraciones y localizaciones espaciales.

A los efectos de posibilitar un normal desarrollo de la neurogénesis, es que el terapeuta debe entender que brindar actividades en un entorno enriquecido favorece un mejor rendimiento del hipocampo. En donde las personas puedan adquirir nuevos conocimientos y reforzar aquellos que están a punto de perder.

Es por eso que, tanto el ejercicio cognitivo como físico y un ambiente enriquecido favorecen que los mediadores químicos comunes permitan la síntesis y liberación de neurotransmisores, hormonas y péptidos que inducen la propagación de nuevas neuronas.

Así, al existir nuevas neuronas, existen nuevos conocimientos e incorporación de nuevas habilidades que posibilitan que el adulto mayor se vea a sí mismo, como un ser dotado de expectativas con calidad de vida.


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Funciones ejecutivas

En más de una oportunidad los profesionales nos preguntamos acerca de que encierra o cuales son los componentes de la cognición, y precisamente, las funciones ejecutivas son unas de los tantos componentes de la cognición.

Según Bauermeister, 2008, son las actividades mentales complejas, necesarias para planificar, guiar, revisar, regularizar y evaluar el comportamiento, necesario para adaptarse eficazmente al entorno y para alcanzar las metas.

Son habilidades cognitivas que el individuo tiene de modo encubierta, pero que las autodirige internamente cuando se propone una meta.

Goldberg (2004), manifiesta que estas dirigen nuestra conducta de manera autorregulada, además de toda actividad cognitiva o emocional.

Otro autor como (Shallice, 1988), refiere que son procesos cognitivos de alto nivel que nos permiten asociar ideas, movimientos y acciones simples para llevar a cabo tareas más complejas. Por lo que algo tan simple como llegar puntualmente a una reunión o a la universidad, involucra el uso de estas funciones. Indefectiblemente si estas funciones fallan, todo lo que nos propusimos también fallará.

Los individuos nos diferenciamos de los animales precisamente por poseer esta función, mientras que los animales reaccionan de modo automático a los estímulos que le presenta el ambiente. Opuestamente a esto, los individuos si podemos resolver situaciones complejas, novedosas o no. Cuando se presentan estas situaciones, es donde las funciones ejecutivas actúan dándonos la posibilidad de elegir y poder así planificar la reacción o conducta acorde a la situación.

Si bien, estas funciones son procesos independientes de otras, pueden coordinarse para interactuar y así poder alcanzar los objetivos que se proponga un individuo, adaptándose permanentemente, nos permiten entonces, analizar que queremos, como podemos hacer para obtener determinados deseos y que estrategias desarrollar para poder conseguir lo que se proponga. Siempre estas funciones ejecutivas van a actuar por impulsos internos y no dependiendo de directivas externas, aunque estas últimas son un condicionante.

Estas funciones se vinculan íntimamente con la memoria de trabajo, planificación, razonamiento, flexibilidad, inhibición, toma de decisiones, estimación del tiempo, ejecución dual y el desarrollo múltiple de tareas. 

Las funciones ejecutivas, entonces, son procesos cognitivos de alto nivel, que nos permiten asociar ideas, movimientos y acciones simples para llevar a cabo tareas más complejas (Shallice, 1988). Algo tan cotidiano como llegar puntual a clases, al trabajo, ir al cine, o quedar con nuestros amigos, implica un uso adecuado de estas funciones. Si fallan, nuestra conducta no será eficaz y nuestros planes y metas no se cumplirán como esperábamos.

¿Porque entrenar las funciones ejecutivas?

Las funciones ejecutivas pueden entrenarse, dado que el individuo puede así aprovechar su propia capacidad para planificar, y alcanzar sus metas. Estar entrenado, es permitirse mayor eficacia en el trabajo o estudio, debido a que de algún modo la flexibilidad mental que ha adquirido, le permite buscar rápidamente, estrategias ante posibles eventos o anticiparse a consecuencias no esperadas. 

Entrenar las funciones ejecutivas de manera continua y repetitiva, permite que las redes neuronales respondan a estímulos externos y restauren funciones ya perdidas. Esto, ni más ni menos es lo que se denomina neuroplasticidad, estos estímulos modularan los procesos que subyacen a las funciones ejecutivas. La incorporación de nuevos conocimientos o información, hace que estas sinapsis y conexiones neuronales, mejoren nuestro desempeño diario.

Conclusión

Cuando se sospecha que determinadas personas presentan problemas vinculados con la memoria de trabajo, planificación, razonamiento, flexibilidad mental, inhibición, toma de decisiones, estimación del tiempo, ejecución dual o el desarrollo múltiple de tareas, es cuando se está hablando de las funciones ejecutivas. 

Las funciones ejecutivas se ubican en la corteza prefrontal, participando en el control, regulación, y panificación de la conducta independiente, estas funciones hacen que el individuo pueda insertarse en la sociedad exitosamente.

Estos procesos mentales facilitan la adaptación a situaciones nuevas, modulando o controlando las habilidades incorporadas durante el transcurso de su vida, por medio de procesos de ensayo-error, haciendo adaptaciones conductuales permanentemente en el medio, creando patrones nuevos de conductas cuando estas no existen y no pueden afrontar situaciones no esperadas.


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Demencia senil Vs Enfermedad de Alzheimer

En diversas oportunidades, los familiares de personas con este tipo de patologías confunden estos términos, es en este sentido que es necesario dar un poco claridad, a los fines de que se pueda entender ambos significados.

Demencia

Por un lado, la demencia senil presenta deterioros en la memoria, el razonamiento, el lenguaje, la percepción, el pensamiento, y el juicio, interfiriendo también en la vida diaria. En cuanto a la memoria hay que destacar que es la memoria a corto plazo la que se ve afectada, es decir no recordar con quién estuvo ayer, donde fue ayer, o que hizo ayer, además de perder la capacidad para socializar, como también para mantener una conversación debido a que se olvidan de que se estaba hablando.

En principio la persona presenta deterioro cognitivo leve, en el cual se evidencia dificultad para realizar varias tareas a la vez, resolver problemas o tomar decisiones.

Posteriormente los síntomas comienzan a agravarse y se observan cambios en los patrones del sueño, cambios en la personalidad donde los comportamientos inapropiados son recurrentes y hasta a veces agresivos verbalmente. No pueden comunicar una idea o deseo en virtud de que olvidan el nombre de los objetos familiares, como también desorientarse en tiempo y espacio, olvidándose donde querían ir o referir la perdida de objetos. Se incrementa la dificultad para memorizar o realizar actividades que requieran el uso de las funciones ejecutivas. Pierde la capacidad del juicio y no puede establecer el peligro de las acciones, como por ejemplo dejar la hornalla de la cocina prendida, o mezclar elementos de cocina (harina) con otros elementos de higiene (jabón en polvo). 

Por lo general, la demencia ocurre a una edad avanzada y puede observarse entre los 60 y 80 años, pero cuando es senil los síntomas comienzan antes de los 65 años. Es de carácter degenerativo e irreversible, por lo que las funciones que se pierden no vuelven a recuperarse. Cuando son casos muy graves, pierden la capacidad para realizar actividades básicas como comer por si solos, bañarse o vestirse, posiblemente hasta no poder reconocer a familiares cercanos o entender de que se le está hablando.

Aunque existen excepciones en las que si se detectan a tiempo pueden revertirse, como es el caso de las lesiones cerebrales, tumores cerebrales, cambios generados en los niveles de glucosa, calcio o sodio, considerados estos últimos de origen metabólicos.

Otras causas que pueden provocar demencia pueden ser, Enfermedad de Huntington, Lesiones cerebrales, Esclerosis múltiple, Parkinson, Parálisis supranuclear progresiva, Sida, Sífilis o la Enfermedad de Lyme.

Alzheimer

Es la demencia vista con más frecuencia en los adultos mayores, esta es la forma más conocida de las demencias, aunque puede aparecer en edades menos adultas, sus síntomas se van agravando con el transcurso de la progresión de la patología, al ser esta una enfermedad degenerativa, en la mayoría de los casos puede ocasionar la muerte. Investigaciones recientes destacan que hay elementos que hacen que aumenten las posibilidades de padecer Alzheimer, como por ejemplo: un nivel educativo premórbido escaso, dieta cardio poco saludable, falta de ejercicios físicos.

Esta enfermedad comienza por lo general alrededor de los 60 años, el riesgo de padecerla aumenta a medida que la persona va envejeciendo, y más aún cuando hay familiares con antecedentes de haberla padecido. Afecta a la capacidad del intelecto, la capacidad para resolver problemas o la toma de decisiones, presenta síntomas tales como agresividad, paranoia, alucinaciones, además de reducciones en las habilidades motoras.

Con el transcurso del tiempo, los síntomas empeoran y las personas no logran reconocer rostros familiares, aunque se esfuerzan por ello, se observan dificultades en el habla, la comprensión en la lectura o escritura, olvidándose actividades tan simples como cepillarse los dientes o peinarse. Es posible que algunas personas presenten agresiones verbales o posiblemente agresiones físicas hacia terceros, volviéndose inclusive muy difícil su manejo para los familiares.

Esta enfermedad presenta tres etapas a) leve, b) moderada y c) severa:

En la etapa leve se comienza con pérdidas de memoria y cambios muy sutiles en la personalidad, se olvidan el nombre de las personas o cosas más conocidas. No pueden resolver problemas matemáticos sencillos, paulatinamente van perdiendo la habilidad para la planificación y la organización como por ejemplo confeccionar una lista para las compras en el supermercado y hasta no poder encontrar artículos que están a la vista.

En la etapa modera se observan pérdida de memoria y confusión, se incrementa la dificultad para organizar, planificar y seguir instrucciones verbales simples, pueden requerir ayuda para el vestido y aparecer incontinencia urinaria por lo que se resisten a usar pañales u otros elementos de ayudas técnicas. Es frecuente ver que no saben cómo volverse de un lugar cercano a su casa, o no recordar una fecha del calendario. En esta etapa no es recomendable que la persona se quede sola, debido a la peligrosidad de sus actos, como por ejemplo despertarse a altas horas de la noche y deambular por la casa e inclusive fuera de esta y andar por la calle sin saber dónde ir. Los actos de amenazas, acusaciones de robo de sus pertenencias, maltrato verbal hacia su cuidador, patear, morder, gritar o tomar cosas y arrojarlos son frecuentes.

Con respecto a la etapa severa, se la conoce como la etapa tardía y desafortunadamente termina en la muerte. Con frecuencia necesitan de ayuda para todas sus necesidades vitales y cotidianas. Algunas personas pierden la movilidad y deben ser asistidas para trasladarse. Hay dificultad para comunicarse, reconocer definitivamente a sus familiares cercanos y tener serios problemas con la deglución

Conclusiones

La demencia en sí no tiene cura, ni su evolución progresiva puede ser revertida, sin embargo y aunque el alzhéimer tampoco tiene cura, esta última se considera una enfermedad terminal, por lo que se puede observar en estos pacientes, es que, en la fase terminal, las señales más frecuentes son:

Trastornos respiratorios.
Disminución de la conciencia.
Deterioro de la ingesta oral.
Alteraciones con la deposición.



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